Para el diseñador de ropa su obra es arte y en sus creaciones transmite el
espíritu del tiempo, conviertiéndolo en una tendencia a la que llaman moda, un
conjunto de prendas de vestir y accesorios que nos identifica y diferencia del
resto. Lo que en un principio estaba destinado a proteger del frío y otras
inclemencias del tiempo al hombre primitivo, fue adquiriendo formas y estilos,
continuando su desarrollo determinado por los cambios culturales, económicos y
políticos e imponiendo reglas que marcan una época o una clase social. Apenas
hay conocimiento de lo que usaba el hombre en la prehistoria para cubrirse, ni
tampoco el material empleado, pero con toda seguridad serían las pieles de los
animales que cazaba para su alimentación. Se empieza a tener más detalles de la
vestimenta a partir de la Edad Media. Se descubren otros materiales y nuevos
métodos para su elaboración, pero es en el Renacimiento con una industria
textil en auge, cuando se elaboran además ricas y lujosas prendas que quedan
reservadas para los reyes, nobles y la burguesía adinerada. A partir de aquí se
puede hablar ya de moda y calificarla de arte.
Decía Yves Saint Laurent, diseñador francés, que la moda no es arte, pero
que era necesario un artista para crear moda. Sin embargo, su trabajo mostraba
lo contrario. El diseñador, que poseía una extensa colección de pinturas y fue
el primero en exponer sus modelos en un museo, trabajó con Dior y, más tarde,
tuvo su propia casa de modas, con el lego YSL. Curiosamente, para algunas de
sus creaciones se inspiró en la obra del pintor holandés Piet Mondriaan,
conocido por sus pinturas de líneas negras y colores primarios, en la de Pablo
Picasso y en la de Georges Braque. También otros pintores como Vincent van Gogh
y Gustav Klimt sirvieron de inspiración a distintos diseñadores.
Los personajes parecen recobrar vida por el
arte mágico del papel. Ropa, joyas, zapatos, todo en papel, realzan el poder y
la riqueza de esta familia de banqueros que dio tres papas a la Iglesia,
amantes de las artes y la arquitectura. Uno de los trajes que se exponen es el
de Leonor Álvarez de Toledo. Estaba casada en 1539 con Cosimo I de Médici,
duque de Florencia. Siempre me he sentido atraída por el retrato que hizo de
ella y de su hijo Giovanni el pintor Agnolo Bronzino. El traje expuesto en el
museo es una copia exacta del que está pintado en el retrato, precioso y regio
vestido de satén blanco bordado y con adornos trenzados en terciopelo marrón y
negro. Una redecilla de oro le cubre los cabellos y se adorna con dos collares
de perlas, realizado todo en papel hasta los más mínimos detalles. Este
maravilloso traje está relacionado con una historia muy singular, aunque hay
dudas sobre ello. En unas excavaciones tres siglos después de su muerte, en
1857, se encontró el lugar de enterramiento de Leonor que había muerto bastante
jóven al enfermar de malaria. Su cuerpo fue identificado por los restos del
vestido hallado en la tumba y que correspondía exactamente al que muestra en el
retrato de Bronzino. Además de Leonor y su marido Cosimo hay otros miembros de
la familia y personajes importantes de su entorno, que vestidos con la
elegancia de la corte de entonces muestran el poder y la riqueza de los Médici.
El taller de Isabelle de Borchgrave está en Elsene, cerca de Bruselas. El
trabajo es el de una gran diseñadora. Nos ofrece acceso a su mundo de fantasía
e imaginación que ella interpreta a través del papel de una manera delicada y
elegante, atrayendo a todos los que estamos interesados en la historia y en el
arte.