En el arte, como en el amor, tiene que existir atracción para que surjan
los sentimientos. El artista con sus obras quiere conseguir un lenguaje con el
que atraer al público y transmitir emociones. Todo trabajo es un diálogo que se
inspira en la relación del hombre con el mundo y los objetos que le rodean.
Pero el arte no se deja imponer reglas ni condiciones, es independiente,
atrevido, y en muchas ocasiones acostumbra a sorprendernos con elementos
inesperados que hacen más complicada la interpretación. En el arte todo tiene
un motivo, todo tiene un significado, aunque sea difícil y complicado de
entender.
Uno de estos artistas es el valenciano Nacho Carbonell, que investiga esa
relación que el hombre tiene con los objetos y cosas. La inspiración es el hilo
conductor en su obra. Este jóven diseñador expone estos días en el museo de
Groningen, Holanda. Llama la atención
los materiales que emplea y el carácter experimental que presentan sus
composiciones entre la ficción y la fantasía. No puedo decir que sean objetos
bellos lo que veo, pero sí sorprendentes e incluso desconcertantes. Carbonell
dice que le gusta ver los objetos como organismos vivos, que se comuniquen
con el público y se salgan de lo cotidiano y de lo corriente. Esto último
es la verdad de su obra, piezas que son únicas, con una propia identidad.
Poseen también un lenguaje, pero su sistema de comunicación tiene unas reglas
que no consigo descifrar de momento. Esto no es algo primordial y me dejo
llevar por el asombro y la sorpresa. Sus atrevidas formas se adaptan
perfectamente a las amplias salas del museo, a las que dan razón de estar.
Algunos de estos objetos son verdaderamente, como dice el artista,
organismos vivos en plena experimentación. Tienen movimiento, se crecen y se
modifican dando vida a nuevas formas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario