El hombre de Vitruvio (Leonardo da Vinci)
La palabra
ombligo me ha producido siempre desvelos y dudas, y un cierto temor ante el
resquicio abierto en mi piel. Palabra blanda de cicatriz mal cerrada que había
perdido su identidad, hasta que descubrí otras definiciones y volúmenes en su
entorno: fue piedra y mármol en manos de dioses, y punto de discordia para
precisar los cánones de una belleza ideal. Esto me ha hecho cómplice de la vida
desnuda que trazó Da Vinci, diseñador de la ideal armonía, y que convirtió al
ombligo en parte de esa razón críptica que rodea al hombre. Ahora hablar del
ombligo no es cosa que me lleva al éxtasis, pero ambos sabemos suficiente de
nuestros contrastes geométricos, de esa proporción numérica – la razón áurea –
para que sigamos intentando llegar al "número 10": él como el
perfecto centro de mis líneas, curvas, planos, alturas, y volúmenes, y yo la
cuadratura que encierra el más perfecto círculo. ¿Lo demás? ... lo demás es
solo eso: omnia vanitas.
3 comentarios:
La perfección de la razón aúrea es maravillosa.
Pilar, quisiera que vieses la película que se encuentra en la dirección http://elbamboso.blogspot.com.es/search/label/Recursos%20Did%C3%A1cticos
Como sabes, no se puede picar sobre ella si está en comentarios. Por ello o la copias directamente en Google y copias la dirección y la pegas en word para comprobar si directamente es asequible.
Me parece que los dos estamos enamorados de la música, la Naturaleza, los juegos, las matemáticas perfectas...
Un fuerte abrazo, querida Pilar.
Tu entrada me trae ecos lejanos de aquello que dijo: "Déjame quedarme dentro de tí... y contenerte hasta que la noche arda. Y el mar se oiga en tus entrañas... a través del delicado caracol de tu ombligo". Saludos, Pilar
Tanto si lo tenemos bonito como feote, es un elemento del cuerpo que "cae" bien a casi todo el mundo. Y es que antes de nacer ya lo conociamos.
Ese es el símbolo del centro, el verdadero centro de nuestro mundo particular, a partir de ahí todo es creación.
Bsos
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