Según el diccionario, coleccionar significa reunir, acumular. Es lo que
hace un coleccionista que se dedica en
cuerpo y alma a buscar y conseguir un conjunto de cosas que le interesan, una
persona observadora e incansable que recorre todos los rincones posibles hasta
encontrar ese objeto deseado para añadir a su colección. Creo que todos, en
algún momento de nuestras vidas, hemos coleccionado algo. Quién no recuerda
haberlo hecho en la infancia. Cromos, sellos, calcomanías, tarjetas postales,
llaveros, entre otras cosas, fueron algunas de las colecciones que los niños
compartíamos. Nuestro objetivo era intercambiar con otros, en el colegio o en
la calle, lo que teníamos repetido y conseguir esa pieza especial que
tanto nos costaba encontrar. Algunos habrán seguido con esa afición, pero me
pregunto dónde habrán quedado la mayoría de aquellas colecciones.
Coleccionar es una ocupación que exige dedicación y tiempo. Puede
llegar a ser una pasión descontrolada, una obsesión, una manía, que ocasionará
problemas de falta de espacio y de convivencia. Al mismo tiempo es una
ocupación que precisa de un carácter meticuloso, constante y ordenado, y sobre
todo de mucha paciencia. Estas eran mis reflexiones cuando visité el pasado mes
de abril en el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga la exposición En casa
soy un turista, una colección de juguetes de diseño y ediciones de arte, de
Selim Varol. Según este coleccionista, de origen turco pero domiciliado
en Alemania, todos nacemos con el instinto de cazadores-recolectores, que
implica esencialmente que buscamos cosas y las coleccionamos.
La historia del edificio donde está instalado este museo comienza a finales
de los años treinta del siglo pasado, y fue destinado a albergar el mercado de Mayoristas
de la ciudad. Continuó así hasta 1980, cuando se construyó un nuevo mercado.
Después de unos años de abandono y deterioro, en 1998 se recupera, conservando
la fachada y los exteriores del edificio, para instalar el Centro de Arte
Contemporáneo. En febrero del año 2003 abre sus puertas ya de una manera
definitiva.
Las salas son espaciosas, los techos altos, y disponen de una excelente
iluminación. Un lugar ideal para albergar la colección del más fanático
coleccionista. Selim Varol comenzó a reunir objetos siendo un niño. Poco a poco
esta afición se fue afianzando y evolucionó. Además de poseer una de la
colecciones de juguetes más grandes del mundo, sus preferencias se han acercado
también a otras obras con raíces en el arte y en la vida cotidiana. Tiene más
de 15.000 piezas de diferentes artistas, de las que unas 1.300 están expuestas
en el museo.
Asombroso, divertido y también interesante es observar cada uno de estos
objetos. Junto a los juguetes de diseño destacan también graffitis, posters, pegatinas,
piezas de expresión urbana que descubren verdaderas obras de arte, la cultura
de una generación, merecedoras de ocupar un lugar en el museo. Como dice Varol,
el público se siente fascinado por la cantidad de lo expuesto y su diversidad,
su abigarrada presentación que no deja un rincón sin ocupar, ni un resquicio
vacío de las salas. Lleva el sello personal de Selim Varol y muestra sus
preferencias. Quizás sea esta colección el escaparate mágico de sus nostalgias
y todos sus sueños.
Revista Alenarte, mayo
3 comentarios:
Quizá en las palabras que expresa Selim Varol se encuentra el espíritu coleccionista de nuestra juventud. Capturar el pasado a través de la evolución y cambios que se producen en el presente y seleccionar nuestras preferencias artísticas o culturales, han sido objetivos no siempre bien comprendidos ni sistematizados. Como muy bien expresas, Pilar, para mantener una colección se debe poseer una férrea disciplina y un meticuloso orden. Muchas de las colecciones iniciadas como adolescentes carecían de este proceso de clasificación sistemática, orden y atención, para poder alcanzar una verdadera pasión, como la de Selim. Una de las muchas desgracias que padecimos en nuestra juventud.
Un fuerte abrazo, querida Pilar.
En el filo de la delicada línea que define la distinción entre una afición disciplinar y un trastorno comportamental (síndrome de Diógenes), se encuentra el coleccionismo. Para comprenderlo, basta visitar el Museo Marés de Barcelona.
Particularmente, prefiero coleccionar MOMENTOS o, al menos, sonidos: http://cuentosparaalvaro.blogspot.com.es/search/label/coleccionando%20sonidos.
Saludos, Pilar
Me gustó tu post, Pilar. Te digo que en Holanda he encontrado una variedad de coleccionistas, desde zapatos para muñecas, cerditos de todos los tipos, autos miniaturas, cables eléctricos, equipos fotográficos, hasta pelucas y portavasos. Si coleccionar fuera patológico, tal vez casi todos estaríamos un poco locos. Un abrazo,
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