Frederic Lieghton
De nada sirve
querer seguir el
camino de los ángeles,ser Ícaro de gastadas alas,
abandonar los espacios limitados
y volar.
De nada sirve
el deseo de atisbar imágenes infinitas
en el espejo cóncavo de la palabra,
de nada sirve …
De nada servirá si nos perdemos en las incognitas de la Quimera,
si dejamos quemar los sueños
al acercarnos al fuego de la luminosidad.
Fue en las madrugadas cuando aprendí a
escuchar los sonidos del silencio, perdidos en el espacio donde suelo
refugiarme de mi temor al crepúsculo y a la transformación de la luz. Fue en
las madrugadas donde aprendí a diferenciar el acento de sus ecos, sus perfiles,
sus tonos, su intensidad. No hay mudez en las noches ni silencio absoluto, como
tampoco hay una muerte total. Hay rumor, sonidos de sueños y desveladas horas,
hay latidos, murmullos de luna variable y mutilada. Hay tristeza y llanto,
risas y canciones en un aire más que cercano. Es el lenguaje del sentimiento
exiliado, que busca sus perfiles en la oscuridad.
Fue en una de esas madrugadas cuando también te escuché. Me contabas de
tus deseos de encontrar el tiempo y la calma extraviada, y buscabas el hogar
donde recoger las imágenes huérfanas de palabras, sedientas de luz. Hablabas,
desde el silencio de tus nostalgias y recuerdos, de la busca de ese espacio
para describir el día a día de tu historia, recogiendo capítulos entre el
deambular de enseres y sentimientos cansados, y del miedo de sentirte perdida en ese mundo nuevo, de no saber … me
hablabas … Fue en una de esas madrugadas, y yo te escuché.
1 comentario:
Excelente relato, Pilar. Qué maestría y qué imaginación tan coherentes como precisas, tan ágiles palabras como plenas de contenido, tan vivificantes como el amanecer tan esperado como temido. La plenitud de los sueños y la potencia de la comunicación que es capaz de captar ese atisbo de esperanza que se transforma en serenidad. Majestuoso.
Un fuerte abrazo, querida Pilar.
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