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La mitad de esto es verdad.
La otra mitad probablemente no lo es.
No me reprocheis si añado algo
o si lo quito.
Os lo cuento como nosotros lo oímos.
Manás. Poema épico del pueblo kirguís.
Rusia, el país más grande del mundo, conoce una agitada historia. Sus
orígenes podemos fijarlos con la llegada de los pueblos eslavos y el
surgimiento del principado de Kiev, un estado medieval precursor de la Rusia de
hoy. Su geografía, esas grandes extensiones de terreno, la estepa y los
desiertos, las enormes llanuras, la tundra en el norte, con helados inviernos y
veranos sin apenas vegetación, ejercen en mí una gran atracción. La música
clásica rusa, la danza, el ballet, están arraigados en la cultura del pueblo
ruso. La literatura, con escritores como Dostoyevski, Tolstoi, Pushkin,
Turgenev y Pasternak, me llevó hasta el corazón de la nación con temas que van
desde dar a conocer una sociedad marcada por el dominio absoluto de los zares,
la miseria y la esclavitud, hasta mostrar una visión política con sus
movimientos revolucionarios. No olvido tampoco que la poesía me abrió el camino
hasta los sentimientos de un pueblo que ha sido probado por su historia.
Yo he muerto,
pero tú aún respiras.
Y el viento,
con su queja desdichada
desde las
lejanías infinitas
hace temblar
al bosque y a la dacha.
No sacude los
pinos uno a uno
sino que los
agita a todos juntos
como si fuesen
cascos de veleros
meciéndose en
los muelles de algún puerto.
Y no lo hace
por simple atrevimiento
sino porque
desea encontrar dentro
de la tristeza
las palabras justas
que necesita
tu canción de cuna.
Boris Pasternak
Parte de esta historia ha llegado ahora aquí junto con la exposición que
hasta septiembre presenta el museo Hermitage de Amsterdam, dedicada a Pedro I
el Grande. Este año se conmemora la visita del zar ruso a Holanda a finales del
siglo XVII y las relaciones comerciales que se entablaron entonces. Pedro I era
inteligente y hábil. Desde jóven practicó diversos oficios y nunca dejó la
oportunidad de aprender algo nuevo. Fue el primer monarca de su país que viajó
fuera de sus fronteras. En marzo de 1697 salió de Moscú. Recorrió Inglaterra,
Francia y Viena, pero donde más a gusto se encontró fue en la próspera
República holandesa. Pedro I pasó algún tiempo en Amsterdam, que le sirvió de
modelo para su nueva capital, San Petersburgo, que ordenó construir a las
orillas del río Neva. Según cuentan las crónicas, o puede ser solo una leyenda
que quiere ser verdad, Pedro I trazó una cruz con su bajoneta en aquel suelo
pantanoso, para indicar donde debería levantarse la ciudad. No se escatimó
dinero y se perdieron muchas vidas humanas por lo esforzado del trabajo y por
la dificultad de las obras de construcción.
Marino,
carpintero, gran erudito y un héroe
profundamente
cautivado por Rusia,
un trabajador
encariñado con el trono del país.
Alejandro Pushkin
No hay otro zar del que se hayan conservado tantos objetos personales.
Además de retratos, cuadros y dibujos, la colección se completa con joyas,
armas, documentos, zapatos, un botiquín de viaje, piezas de vestir y piezas
arqueológicas, el corazón disecado de su chambelán y hasta una mascarilla que
se le hizo al morir. Un carruaje que utilizaba para recorrer los jardines,
cierra la exposición. Aproximadamente unas 700 piezas nos dan a conocer el lado
más personal del zar, sus exigencias, su afán coleccionista, y sus deseos de
aprender. Pedro de Rusia tenía un lado oscuro y perverso que le hizo participar
personalmente en ejecuciones y torturas. De esta manera ordenó detener a su hijo
Alexis, que había participado en una sublevación contra su padre. El castigo
fue tan intenso que tuvo que pagarlo con su muerte.
El zar Pedro I llegó en 1697 a Zaandam, cerca de Amsterdam, para conocer
los secretos de la construcción naval. En el Siglo de Oro los holandeses eran
mundialmente conocidos como excelentes navegantes y constructores de barcos. El
zar quería hacer de Rusia un país moderno, importante y grande, y comprendió
que un puerto era el mejor medio para ello. La casa donde se alojó durante su
estancia en Zaandam aún se conserva y es uno de los ejemplos más antiguos de
construcción holandesa en madera. Recientemente renovada, para proteger la
madera, la han rodeado de una construcción en piedra, y ahora es un lugar de
atracción para el turista. Es de tamaño reducido, sólo con dos pequeñas
habitaciones y una cocina diminuta. El zar era un hombre alto, medía dos
metros, pero a pesar de su mucha altura prefería los espacios pequeños. Comía y
dormía siempre en habitaciones reducidas, tenía angustia por las grandes masas
de gente y los amplios espacios despejados, padecía agorafobia. La casita se
adapta a la imagen que los rusos quieren tener de Pedro I, un gran hombre
para quien nada es demasiado pequeño.
No busco oro,
pero no olvides nunca que soy el zar.
Pedro I el Grande
1 comentario:
Preciosa la casita.
La gran Rusia siempre ha sido la gran desconocida para la multitud, salvo por las cuestiones belicas.
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