Francis Millet

Francis Millet

viernes, 12 de agosto de 2011

Lucas van Leyden y el Renacimiento



Museo De Lakenhal
Leiden (Los Países Bajos)


Cuentan las crónicas de este país que Carlos de Habsburgo, el futuro emperador, asistió a una misa solemne en la iglesia de San Pedro en la ciudad holandesa de Leiden. Eran los primeros años del siglo XVI. Con toda seguridad, el joven príncipe fue consciente del lugar donde se encontraba, y atendió, con la solemnidad del momento, a los cantos gregorianos y adornos polifónicos de compositores como Gilles Binchois y Guillaume Dufay. Sin embargo, Carlos no pudo saber entonces que, unos veinte años después de su visita, la obra más conocida del pintor Lucas van Leyden, El juicio final, ocuparía un lugar destacado cerca de la pila bautismal de la iglesia. Se trata de un tríptico, óleo sobre tabla, fechado en 1527, de 300,5 x 434,5 cms. Fue una de las pocas obras religiosas que sobrevivieron el movimiento iconoclasta de 1526 en Los Países Bajos.

Carlos I no pudo verlo, pero yo he tenido más suerte al visitar la exposición que organiza el museo De Lakenhal en Leiden. Por primera vez se muestran juntas las tres famosas tablas (El juicio final, Curación del ciego de Jericó, La adoración del becerro de oro) de Lucas van Leyden, el artista más importante del Renacimiento en Holanda. Lucas había nacido alrededor del año 1494 en la ciudad de Leiden, una de las más grandes en lo que en aquella fecha era Holanda. Ya desde muy joven se le conoció por su talento gráfico y excelente técnica en grabados con temas bíblicos y profanos. Rembrandt, gran admirador del artista, poseía todos sus grabados, y muchos de los aguafuertes de este pintor están inspirados en el trabajo de Van Leyden. Además de sus pinturas y dibujos experimentó con diversas técnicas como la pintura en vidrio; su relación con Alberto Durero, veinte años mayor que él, tuvo gran influencia en su obra. De la misma forma se dejó inspirar por los diseños del italiano Rafael para el estudio de la anatomía de los cuerpos. Con todo esto desarrolló un estilo propio que se conoce por el carácter que dota a los personajes retratados, por los paisajes, la luz y la minuciosidad en las composiciones.

La exposición, con más de 200 piezas traídas también de museos como el Louvre, el Museo Británico y el museo Metropolitano de Nueva York, muestra el trabajo de Van Leyden rodeado de obras de algunos de sus contemporáneos, entre ellos el alemán Durero, Joaquín Patinir de Amberes y el italiano Marcantonio Raimondi. Trípticos de pintores de Leiden, como Aertgen van Leyden y Cornelis Engebrechtsz, forman parte también de lo expuesto.

El Juicio Final, de Lucas van Leyden, al igual que El jardín de las Delicias del pintor Hieronymus Bosch, El Bosco, es una de las obras pictóricas que más impresión ha dejado en mí. En primer lugar por sus dimensiones. La tabla central del tríptico tiene unas medidas de 270 cms. de alto y 185 cms. de ancho, los dos paneles laterales son de 265 cms. de alto y 75 cms. de ancho respectivamente. El tema representado está tomado del Apocalipsis de San Juan. En el centro, Jesús rodeado de sus apóstoles; en la parte inferior de la composición vemos el bien separado del mal. En la tabla de la izquierda, las almas salvadas son llevadas al cielo; a la derecha, los castigados están siendo arrastrados al infierno del que nadie puede escapar. En la parte exterior de las dos tablas laterales nos encontramos a los apóstoles Pedro y Pablo, patrones de la iglesia de Leiden.

Otro motivo de admiración es la luz que desprende la pintura desde los rosas, azules y oro; todo un baño de color para la vista. En cierta manera me ha hecho pensar en la iluminación que encontré también en El jardín de las delicias; aquí el cielo es como una visión y el espacio seduce y atrae. Lucas van Leyden fue también uno de los primeros artistas holandeses que trataron de una manera tan libre el desnudo, cosa casi impensable anteriormente. En el estudio de los cuerpos, en el trazo elegante y en los detalles de sus cuadros se conoce a un pintor que se sentía sin frenos para pintar, seguidor de cambios y nuevas tendencias, un hombre del Renacimiento.

Su verdadero nombre era Lucas Hugensz. Sus primeros pasos en la pintura los dió de la mano de su padre, Huygh Jacobsz, también pintor. Fue un alumno precoz; se sabe que a los doce años vendió el primer cuadro, a los dieciséis ya trabajaba en el taller del artista holandés Cornelis Engebrechtsz y una de sus obras más antiguas que se conocen la realizó cuando solo contaba unos diecisiete años de edad. Sus grabados y dibujos fueron muy admirados ya en su tiempo por su originalidad y estilo. Hoy cuelgan muchos de ellos en los muros azul pálido y gris del museo Lakenhal en Leiden.

Lucas van Leyden murió a la edad de 39 años, después de una larga enfermedad que lo mantuvo en cama, pero él conservó su pasión por el arte y continuó pintando hasta dos días antes de su muerte. Leiden, cuna de otros grandes pintores como Jan Steen, Gabriel Metsu y Rembrandt, bien merece una visita. Universidad, museos, canales y jardines tienen el suficiente atractivo para que el visitante no olvide esta ciudad holandesa. Entre sus monumentos se cuenta la iglesia de San Pedro, donde su obra El juicio final estuvo durante algún tiempo. Durante siglos han sido enterrados en ese lugar prominentes personajes. También Lucas van Leyden descansa allí, a la espera quizás de ese día del juicio final que él nos dejó ver en su tríptico.


publicado en http://alenarterevista.net/

2 comentarios:

ANTONIO CAMPILLO dijo...

Excelente relato histórico y artístico de Lucas van Leyden y el Renacimiento.

Gracias a ti poseo una larga lista de los lugares donde se encuentra el mejor arte de Los Países Bajos. Por supuesto el Museo De Lakenal en Leiden acaba de ser añadido a la misma. El curso próximo tengo programado visitarlos.

Gracias, Pilar, por poder leerte y apreciar tu erudición.

Un fuerte abrazo.

desdelaterraza-viajaralahistoria dijo...

No conocía este tríptico y ciertamente debe ser impresionante de ver por su tamaño y sí, como bien dices, por la viveza de sus colores. Me alegra volver a leerte tras las vacaciones. Un saludo.