Francis Millet

Francis Millet

viernes, 28 de junio de 2013

Coleccionar es también un arte



Según el diccionario, coleccionar significa reunir, acumular. Es lo que hace un coleccionista  que se dedica en cuerpo y alma a buscar y conseguir un conjunto de cosas que le interesan, una persona observadora e incansable que recorre todos los rincones posibles hasta encontrar ese objeto deseado para añadir a su colección. Creo que todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos coleccionado algo. Quién no recuerda haberlo hecho en la infancia. Cromos, sellos, calcomanías, tarjetas postales, llaveros, entre otras cosas, fueron algunas de las colecciones que los niños compartíamos. Nuestro objetivo era intercambiar con otros, en el colegio o en la calle, lo que teníamos repetido y conseguir esa pieza especial que tanto nos costaba encontrar. Algunos habrán seguido con esa afición, pero me pregunto dónde habrán quedado la mayoría de aquellas colecciones.

 

Coleccionar es una ocupación que exige dedicación y tiempo. Puede llegar a ser una pasión descontrolada, una obsesión, una manía, que ocasionará problemas de falta de espacio y de convivencia. Al mismo tiempo es una ocupación que precisa de un carácter meticuloso, constante y ordenado, y sobre todo de mucha paciencia. Estas eran mis reflexiones cuando visité el pasado mes de abril en el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga la exposición En casa soy un turista, una colección de juguetes de diseño y ediciones de arte, de Selim Varol. Según este coleccionista, de origen turco pero domiciliado en Alemania, todos nacemos con el instinto de cazadores-recolectores, que implica esencialmente que buscamos cosas y las coleccionamos.

 

La historia del edificio donde está instalado este museo comienza a finales de los años treinta del siglo pasado, y fue destinado a albergar el mercado de Mayoristas de la ciudad. Continuó así hasta 1980, cuando se construyó un nuevo mercado. Después de unos años de abandono y deterioro, en 1998 se recupera, conservando la fachada y los exteriores del edificio, para instalar el Centro de Arte Contemporáneo. En febrero del año 2003 abre sus puertas ya de una manera definitiva.

 

Las salas son espaciosas, los techos altos, y disponen de una excelente iluminación. Un lugar ideal para albergar la colección del más fanático coleccionista. Selim Varol comenzó a reunir objetos siendo un niño. Poco a poco esta afición se fue afianzando y evolucionó. Además de poseer una de la colecciones de juguetes más grandes del mundo, sus preferencias se han acercado también a otras obras con raíces en el arte y en la vida cotidiana. Tiene más de 15.000 piezas de diferentes artistas, de las que unas 1.300 están expuestas en el museo.

 

Asombroso, divertido y también interesante es observar cada uno de estos objetos. Junto a los juguetes de diseño destacan también graffitis, posters, pegatinas, piezas de expresión urbana que descubren verdaderas obras de arte, la cultura de una generación, merecedoras de ocupar un lugar en el museo. Como dice Varol, el público se siente fascinado por la cantidad de lo expuesto y su diversidad, su abigarrada presentación que no deja un rincón sin ocupar, ni un resquicio vacío de las salas. Lleva el sello personal de Selim Varol y muestra sus preferencias. Quizás sea esta colección el escaparate mágico de sus nostalgias y todos sus sueños.

 
Coleccionar es una manera de capturar trozos de tiempo  y cultura. Selim Varol


Revista Alenarte, mayo

lunes, 17 de junio de 2013

Mirada

Arthur Hughes 1832-1915
 
 
Siento las pulsaciones de tu piel
al contacto de mis manos.
Quiero fundirme contigo en el embrujo que me ofreces,
hasta una completa sumisión
más allá de lo desconocido.
¡Y es que nunca dijo tanto una mirada !

lunes, 10 de junio de 2013

En una de esas madrugadas


 Frederic Lieghton

 
De nada sirve 
querer seguir el camino de los ángeles,
ser Ícaro de gastadas alas,
abandonar los espacios limitados
y volar.
De nada sirve
el deseo de atisbar imágenes infinitas
en el espejo cóncavo de la palabra,
de nada sirve …
De nada servirá si nos perdemos en las incognitas de la Quimera,
si dejamos quemar los sueños
al acercarnos al fuego de la luminosidad.

Fue en las madrugadas cuando aprendí a escuchar los sonidos del silencio, perdidos en el espacio donde suelo refugiarme de mi temor al crepúsculo y a la transformación de la luz. Fue en las madrugadas donde aprendí a diferenciar el acento de sus ecos, sus perfiles, sus tonos, su intensidad. No hay mudez en las noches ni silencio absoluto, como tampoco hay una muerte total. Hay rumor, sonidos de sueños y desveladas horas, hay latidos, murmullos de luna variable y mutilada. Hay tristeza y llanto, risas y canciones en un aire más que cercano. Es el lenguaje del sentimiento exiliado, que busca sus perfiles en la oscuridad.

Fue en una de esas madrugadas cuando también te escuché. Me contabas de tus deseos de encontrar el tiempo y la calma extraviada, y buscabas el hogar donde recoger las imágenes huérfanas de palabras, sedientas de luz. Hablabas, desde el silencio de tus nostalgias y recuerdos, de la busca de ese espacio para describir el día a día de tu historia, recogiendo capítulos entre el deambular de enseres y sentimientos cansados, y del miedo de sentirte  perdida en ese mundo nuevo, de no saber … me hablabas … Fue en una de esas madrugadas, y yo te escuché.