Francis Millet

Francis Millet

jueves, 29 de diciembre de 2011

El año que siempre llega

Felíz 2012




Vuelve entre delirios de relojes y arrepentimientos. Tan atractivo como todo lo nuevo, sus promesas de una distinta fortuna me retienen con palabras de felicidad y éxito; todo un brindis que me seduce. Sensaciones que me acercan al pálpito de las mejores cosas que yo busco con empeño. Aunque no tengo prisas, es él quien me impone su presencia en noches compartidas con imágenes de cambios y diáfanos amaneceres, pasión in crescendo hasta un futuro que tendrá una conjugación perfecta, un carpe diem tan deseado siempre, una constante hacia lo eterno, que me olvido de estos días blancos en los que necesariamente tengo que dejar huellas. Tránsito que se insinúa con la impronta de los meses y la evidencia tenaz de lo distinto. Cuando se acabe su estímulo me arroparé en trémulos reproches, y él volverá de nuevo a robarme el espacio con la esencia de un declive armónico y sincronizado. Su tiempo se hará entonces pretérito.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Nuevos paisajes





Museo Histórico de Deventer
Los Países Bajos

Desde hace siglos los paisajes han servido de inspiración en el arte. En algunas tumbas de los nobles del Antiguo Egipto se han encontrado grabadas, y más tarde pintadas, escenas paisajistas, de ceremonias y de caza. También en las ruinas de Pompeya y Herculano se descubrieron frescos romanos con paisajes del siglo I a.C. En China y Japón existen desde el siglo V pinturas con este tema; del siglo X es Mansiones en las montañas del Paraíso, de delicados trazos, del artista chinoTung Yuan. De cualquier forma este género no estaba muy valorado; sólo los bodegones quedaban un escalón inferior.

Al principio los paisajes servían de fondo en escenas pictóricas. En la Edad Media, fue Giotto uno de los primeros en aplicar en sus obras estos nuevos escenarios. Ambrogio Lorenzetti los creó en sus Alegorías del buen y mal gobierno, un conjunto de tres frescos para el Salón de los Nueve, en el ayuntamiento de Siena. Ya en el siglo XVI las acuarelas de paisajes de Alberto Durero y la presencia de una naturaleza dominante en las obras de Van Eyck, de Joaquín Patinir –considerado el maestro del paisaje– y Pieter Bruegel fueron imponiendo los paisajes como un género propio sujeto a tendencias y estilos, hasta convertirlos así en el tema principal de un lienzo. El género paisajista se consolidó en la pintura flamenca de los grandes maestros holandeses en los siglos XVI y XVII. Los paisajes del país, sus líneas horizontales y rectas, el clima, los cielos y las nubes, la cercanía del agua, mar, canales y ríos, marcaron el carácter de las obras de pintores como Hendrick Avercamp, con el detallismo que dotaba a sus cuadros, los cielos y horizontes interminables de Jan van Goyen, la sensibilidad en el pincel de Jacob Ruysdael y el gran maestro del barroco, Rubens, que supo maridar al hombre y la naturaleza con acertada precisión.

También el paisaje urbano ha encontrado su lugar en el arte de la pintura. Sus raíces pueden estar en algunos frescos romanos descubiertos, igualmente, en Pompeya. Ciudad junto al mar, fresco pintado hacia 1335, de Ambrogio Lorenzetti, se considera como el primer paisaje urbano que se ha realizado. Pero, a pesar de esta preciosa obra y de otras de pintores tan importantes como Piero della Francesca, Albrecht Altdorfer, Hans Memling, y la pintura minuciosa de Jan van Eyck, Virgen del Canciller Rolín, el paisaje urbano no alcanza un merecido protagonismo hasta llegar a la Escuela de Delft en la segunda mitad del siglo XVII.

Johannes Vermeer nos dejó dos muestras bellísimas de este género; Vista de Delft y La callejuela. Después llegarían sucesivamente el siglo XVIII con el Vedutismo y Canaletto, más tarde pintores impresionistas como Pissarro y Monet, la Avant-Garde, Mattisse, Chagall, lo abstracto y lo experimental. Una producción artística que nos traslada su lenguaje, en ocasiones pionero, otras inventivo y audaz, siempre identificada con el paso de los tiempos. Toda una muestra pictórica que parece no tener fin.

Los paisajes, tanto rurales como urbanos, cambian. Donde antes existía un sendero hoy pasan autos por una autopista. Los campos se modernizan y las ciudades crecen. Gavillas de trigo y vacas en los prados son sustituidos por turbinas eólicas o mástiles de alta tensión, pero el paisaje era y sigue siendo una fuente de inspiración para los pintores. Incluso los cuadros más actuales envejecen rápidamente por el empleo de diferentes técnicas en la pintura. De esta manera surgen los nuevos paisajes. Este es el nombre de la exposición que hasta el 19 de febrero está abierta al público en el Museo Histórico de Deventer. Aproximadamente unos cien cuadros de los setecientos cincuenta donados al museo por la familia Knecht-Drench, que fueron coleccionados desde el año 1900.

En estos lienzos se muestra el cambio que han experimentado Los Paises Bajos durante algo más de un siglo. Junto a las obras representativas de tiempos pasados –carros de heno, campesinos con arados, molinos, granjas y casas con fachadas escalonadas– cuelgan nuevos paisajes, obras que han sido específicamente encargadas para esta exposición a tres artistas holandeses. Así pintó Robert Vortman la monumental vista de una ciudad moderna (Rotterdam) con una mezquita en primera línea del cuadro, en contraste con las muchas iglesias que aparecen en otras pinturas del museo. Willem van der Hofstede quiere hacernos ver que también podemos encontrar arte hoy día en la calle y nos pinta, con un estilo realístico y casi fotográfico, un gran terreno excavado para edificar, la maquinaria de obra y la actividad de los obreros. Y por último el pintor Fred Thoolen escoge el campo para mostrar la imagen de la nueva agricultura; un prado con una máquina dosificadora de fertilizantes es el resultado.

Ante estos nuevos paisajes surge la pregunta de si cualquier escena pintoresca puede embellecerlos. ¿Afean las turbinas y las máquinas los campos, podemos ver arte en los andamios y metálicas construcciones en la ciudad? En cualquier caso el artista da al tema un lugar preferente en sus cuadros, y la exposición la posibilidad de hacer una comparación. Como podemos leer en el programa del museo, quizás dentro de unos cien años los parques eólicos y las excavadoras pertenezcan al patrimonio protegido.


Publicado en: http://alenarterevista.net/