Francis Millet

Francis Millet

lunes, 31 de octubre de 2011

Acercándonos a Thánatos




En la oscuridad deciden los dioses


Deberíamos tener prohibido asomarnos al espejo de la historia, pero lo hacemos sin que tengamos regla impuesta. La luz que buscamos nos muestra enmohecidas lunas y un exceso de hastío e equivocación. Esto – tu y yo lo hemos escrito muchas veces – no conduce a nada. No, la luna no quiere que veamos al que escribe, a ese poeta olvidado en su melancólica aura, que quiere hacer vivir a la poesía, mantenerla con el néctar de las palabras, savia que regenera a la agotada literatura. Quiere protegerla de la devoción que ella tiene a Thánatos. ¡Es la misión del escriba! De ahí que le lleve a defenderla de las sombras que se divisan en la otra orilla. Pide tiempo y prefiere pagar más de lo que pide Caronte para dejarla en vida otros cien años más. De ahí la sumisión constante a la dioses, la ciega confianza con que el poeta se dirige a ellos. El desengaño lo confunde con el asombro: un final donde se ha destruido el tiempo. Sentimientos que huyen ante la bestia enrabiada. Se pierde el amor filial. Ante todo esto: ¿qué más puede mostrarnos lo reflejado en el espejo? Ni siquiera tendremos el bálsamo que suavice su personalidad oscura, que se enriquece de suspiros y lágrimas.


Y mientras tanto se regocija Thánatos. Sabe que hay poetas que seguirán cantándola, será mito, magia, impulso, decadencia, destino, miedo, lápida. Hasta tendrá para algunos una enloquecedora atracción. Lo seguro es que tenemos la partida perdida, por encima de que haya una siembra de esperanza, De nada servirá, el tiempo seguirá su trayectoria infinita. Lo único que podríamos hacer es intentar no cruzarnos con ella, pero en esto no tenemos el poder: son los dioses quienes deciden. Y ella sigue ahí, pasando de una orilla a otra con su mejor cómplice, la victoria.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Soledades


Pedro Lira Rencoret (Chile 1845-1912)




Me encontró la noche a solas con mi incertidumbre,
olvidada la luz y la noción del tiempo, huérfana de palabras,
extrañando tu voz en el oscuro silencio.
La realidad de esta desolada espera borró los sueños de mis recuerdos,
doblegando los deseos que brotaban en el corazón.


¡Qué larga se hace la ausencia!



domingo, 2 de octubre de 2011

Tiempo en fuga



Intento seducir al tiempo.
Lo necesito,
loca quimera que debilita el aire
y deja facturas en el vértice de las fuerzas.
Lo reclamo,
como un juego de sombras y ambiciosa geometría,
conjugación perfecta
que provoca amaneceres en las arterias del sueño
como algo inalcanzable.
Agonía de un camino
mas allá del poder de los dioses,
tiempo eterno de Chronos
que nutre la falta de ternuras del mal entendido futuro,
lo primigenio de los pasos
y la fugitiva reserva de tantos calendarios.