Francis Millet

Francis Millet

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Los museos se reservan para el otoño




en Alenarte

 

 

El otoño se acerca con muy poco ruido:
apagadas cigarras, unos grillos apenas,
defienden el reducto
de un verano obstinado en perpetuarse,
cuya suntuosa cola aún brilla hacia el oeste.

 
El otoño se acerca.
Ángel González.

 

El verano parecía no querer irse este año. Las temperaturas, alrededor de 30 grados en las primeras semanas de octubre, competían en playas y terrazas por un público desganado de sol que, sin saber a qué atenerse, mostraban desconcierto en el vestir al pronosticarse tormentas por las tardes. Por otro lado, los días ya no tan generosos de luz nos advertían que no debíamos confiarnos de una naturaleza voluble. Sin embargo, muchas veces ocurre así cuando llega el otoño; éste se muestra algo bobalicón y, sin hacer apenas esfuerzos por quedarse, juega con nosotros al escondite. Mientras, en este tiempo de espera e indecisión en los límites del verano, con la agenda aún vacía de quehaceres, me gusta sumergirme en la biblioteca de casa, sacar a la luz y releer los libros de los que no fui capaz de desprenderme y que permanecen allí desde mis años jóvenes.

 

La familia, leer y visitar algunos museos, eran mis principales citas para este verano. Desde hace unos años ya no es sólo sol, playa y chiringuitos en Málaga. Ahora existe también un extenso programa cultural que durante todo el año ofrece obras de teatro, conciertos, conferencias literarias, recitales de poesía y festivales. Capítulo aparte merecen los museos. Hay uno en particular que es muy interesante para saber de la vida de los malagueños en el pasado y en el presente. Es el Museo de Artes y Costumbres Populares. Está situado en un edificio del siglo XVII, el solar es del siglo XV, que antaño sirvió como mesón. Una visita al museo te hará conocer más la historia y la forma de vivir de los malagueños. Está instalado con mucho detalle y dedicación. Recorrer las diferentes salas es gratificante.

 

En estos momentos se están terminando las obras de rehabilitación del antiguo edificio Palacio de la Aduana, donde será instalado el Museo de Málaga, con pinturas, piezas arqueológicas, esculturas y otros objetos. Su inauguración estaba prevista para este año, pero según nuevos cálculos puede ser que sea abierto a finales del 2014.  No hay que desesperarse, porque hay más cosas para ver, hay más exposiciones. Especialmente atractiva es la que muestra el Museo del Vidrio y Cristal, una colección privada de unas 2000 piezas de cristal de distintas épocas. El edificio es una casona rehabilitada del siglo XVIII. La exposición se completa con pinturas, muebles y objetos de decoración distribuido todo por las habitaciones de la casa. Pasar por ellas, atravesar pasillos, asomarse al patio interior, respirar el ambiente de entonces, te hace sentir el espíritu de los que allí vivieron. El Museo Picasso, el Museo del Vino, el Centro de Arte Contemporáneo, el Museo Revello del Toro y otros más, ofrecen al que llega a Málaga colecciones con el suficiente atractivo para concertar una visita.

 

Sin embargo, los museos se reservan para el otoño. Es entonces cuando recobran energía y salen del letargo veraniego con interesantes exposiciones. Muchos museos esperan a esta época del año para presentar nuevas adquisiciones y organizar actividades. Así ocurre también en Málaga. Este año y  desde el 4 de octubre el museo Carmen Thyssen muestra la exposición Courbet, Van Gogh, Monet, Léger. Del paisaje naturalista a las vanguardias en la colección Carmen Thyssen. Un largo título para un recorrido a través de más de cuarenta pinturas de paisajes que van desde la mitad del siglo XIX hasta 1950, mostrando la obra de paisajistas nacionales como Carlos de Haes, Eliseu Meifrén o Santiago Ruiseñol, entre otros. Lo curioso es que ya a la entrada del museo te advierten de que, de los cuatro artistas más arriba mencionados, sólo cuelga una obra de cada uno de ellos. Pienso si será para evitar reclamaciones. La exposición nos hace ver la evolución de este género a lo largo de casi un siglo y su relación con las tendencias del arte internacional, especialmente el francés. Como siempre que visito este museo tengo la sensación de volver a casa. Este edificio del siglo XVI, conocido como el Palacio de Villalón, ha sufrido varias transformaciones y ha pasado a ser desde domicilio familiar hasta convertirse en una tienda de loza y cristal en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado. Su rehabilitación, la de los edificios colindantes, los nuevos comercios, han dado a esa parte de la ciudad una aire más abierto sin perder el sabor tradicional.

 

El verano se dejaba aún sentir cuando dejé Málaga, pero encontré el otoño a medio camino hacia el norte. Pequeños pueblos blancos al sol ponían chiribitas alegres en los campos. En Francia se dejaban notar tranquilos y silenciosos. Más al norte eran los caminos cubiertos de hojas secas y crujientes, los que abrigaban la tierra desnuda. Ya en casa me recibió un paisaje maduro, de luz elegante, de amarillos y ocres, marrones y rojos intensos. Pero no tienes que dejarte atrapar sólo por la naturaleza. También lo cultural tiene muchos atractivos que puede llenar de citas tu agenda y es Holanda, con su rica y variada tradición en el arte, la que te seducirá con la oferta sugestiva de sus museos.

 
http://www.davincithegenius.nl/
http://www.tassenmuseum.nl/
http://www.paleishetloo.nl/
http://www.groningermuseum.nl/
http://www.bonnefanten.nl/
http://www.teylersmuseum.eu/
http://stoommachinemuseum.nl/
http://www.jheronimusbosch-artcenter.nl/

lunes, 25 de noviembre de 2013

Requisitos de la memoria

Valentine Cameron Prinsep



En medio de la vorágine que vivimos, la velocidad del tiempo y los límites de espacio nos hace vulnerables al olvido, hasta que nos sorprende la memoria despierta con una imagen, una palabra escrita, un sonido, una pequeña brisa. Para esclarecer en lo posible nuestra frágil leyenda se hace necesario una verdadera profesión de fe. Con este atributo indagamos todos los caminos andados hasta el presente, sin caer en las dudosas intenciones de los iniciados en vivencias paralelas. Una memoria distante pero sugestiva está por encima de cualquier estudio. En nosotros queda depositado el poder de interpretarla y entregarnos a ella.

 

viernes, 25 de octubre de 2013

Adiós verano, adiós.



Alenarte Revista 97 mes septiembre

 

En este mes de septiembre despedimos al verano. Yo lo hago sin tristeza, cansada de temperaturas impertinentes, de políticos mentirosos, de discusiones partidistas y declaraciones bravuconas. Un verano implacable que quedará en nuestra memoria por la ausencia de los que nos fueron arrebatados, de los que no llegaron a su destino. Sin embargo, no podemos afirmar que el de este año haya sido peor ni mejor. Comparar un verano con otro es inevitable, pero no se ajusta a la realidad. La memoria transforma lo que anteriormente fue un hecho y el resultado no es de confiar. Como canta Joan Manuel Serrat, los recuerdos suelen contar mentiras. De los veranos nos quedarán los momentos y las imágenes, huéspedes en nuestra memoria, que nos enfrentan con nostalgia a los años pasados pero que no nos confirman verdaderamente la realidad.

 

El día 22 de este mes de septiembre, a las 22 horas y 44 minutos, llega el otoño. La naturaleza tiene algo de melancólico y toma una tonalidad cálida y elegante. Hay una musicalidad especial en el ambiente provocada por el viento, las hojas caídas y las aves que preparan su marcha. Es tiempo de reflexión. Según la filosofía china no hay nada permanente en la naturaleza. Esta filosofía se basa en razonar sobre la naturaleza y los fenómenos cíclicos. Observando su carácter y la sucesión de las estaciones, establece que todas las cosas tienen dos aspectos, el yin y el yang, que todo tiene un comienzo y un fin, el dualismo en el que dividen los fenómenos de la naturaleza.

 

Sin embargo, si el otoño es la época de cielos claros y aire puro, el verano es un periódo de florecimiento y explendor, de continuo intercambio. Me gusta el verano siempre que sea moderado de carácter, contenido en sus excesos pero generoso con la luz. Esto es una premisa en estas tierras holandesas en las que el gris abunda tanto. Este verano hemos gozado aquí de unos meses en equilibrio. Aprovechando las largas horas de luminosidad visité una pequeña ciudad, Goes, en la provincia de Zelanda. El buen tiempo y ambiente veraniego y animado, las gaviotas y el aire con sabor a mar, me trajeron rememoranzas costeras. Tiene un centro acogedor que conserva el trazado antiguo, monumentos e iglesias. Su historia se remonta al siglo X cuando surgió  un pequeño poblado en una ensenada junto al río Korte Goes. Tres siglos más tarde era ya una ciudad portuaria, y siguió creciendo a pesar de sufrir situaciones políticas inseguras, pérdidas de cosechas, inundaciones y guerras. En el siglo XVI y durante el dominio de los españoles, fue asediada e invadida por tropas anglo-holandesas. Un grupo no muy numeroso de soldados de los Tercios Españoles tuvieron que atravesar 15 kms. a nado, cargados con pólvora, provisiones y lanzas, hundiéndose en el lodo del fondo y con el temor por las corrientes del río y la subida de la marea. Como no podía ser menos, consiguieron ocupar de nuevo la sitiada Goes. Esta proeza, o será mejor llamarlo audacia, ha quedado en la memoria de los holandeses con el nombre de el Socorro de Goes. Toda una escena bélica propia de Alatriste.

 

El museo Histórico de Goes me mostró otros capítulos de su historia. El edificio, que ha sido convento y orfanato, guarda ahora objetos relacionados con la vida civil y militar de la ciudad y sus habitantes. Hay una colección de trajes y joyas que usaban los naturales de la región en los últimos 150 años. Distintas telas, colores y estilos dan a conocer las diferencias en el vestir entre los católicos y los protestantes, lo exuberante del catolicismo en colores, joyas y texturas, frente al protestantismo calvinista holandés. En las vitrinas encuentro uniformes de la milicia, un casco y media armadura con todas las trazas de haber pertenecidos a un soldado español, una bala de cañón, disparada seguramente por el mismo soldado, un trozo de bandera del ejército contrario, y otras piezas de su interesante historia. Mas adelante me encuentro en una sala dedicada a los problemas  y su lucha con el agua y las inundaciones en toda esta región. Es la parte de Holanda donde más polders hay. Ellos trajeron a Goes y a la provincia de Zelanda bienestar y prosperidad, pero también pérdida de terreno, pobreza y pueblos hundidos.

 

No todo iba a ser guerra en el museo. Hay, además, una exposición temporal destinada al bordado en punto de cruz, muestras de tela en lino, algodón y seda, conocidas con el nombre inglés de sampler, realizadas algunas ya en el siglo XVII por niñas con edad comprendida entre los 6 y 14 años. Estos muestrarios o marcadores servían para aprender y ejercitar el bordado, que más tarde empleaban para marcar con sus iniciales el ajuar. El sampler más antiguo que se conserva hecho en Holanda tiene fecha de 1608. Hay samplers bordados sólo con el abecedario y otros a los que les añaden diferentes motivos, la mayoría de carácter simbólico. El origen de este bordado no se conoce exactamente. Existen muestras de seda bordada, en un estilo distinto al actual, encontradas en Egipto y Asia. En Europa aparece en la Edad Media, pero es a partir del Renacimiento cuando verdaderamente florece, existiendo esquemas con letras y símbolos, además de otras clases de bordados y encajes. Muchos artistas nos han dejado testimonio de estas pequeñas obras de arte en sus pinturas.

 
Dejamos descansar la historia y los bordados para entregarnos a la realidad de las calles. En el centro y alrededor del puerto hay tiendas, cafés y restaurantes. Es una ciudad alegre aunque no de manera excesiva, con algo de sosiego en su ambiente y nostálgica de su pasado. Goes nos ha acogido hoy con una temperatura amable, que no altera. Agosto ha sido aquí un mes de buena voluntad, discreto con las lluvias y equilibrado con el sol, y no debemos ser indiferentes con su buena voluntad en este país de ranitas y canales. Ahora, en estas vísperas del otoño, nos sorprende el atardecer que con sus prisas va adormeciendo poco a poco el contorno de todo lo que nos rodea. La visita a Goes ha sido aventurarse en su ayer y en su presente, imágenes con las que nos quedamos y que nos gustará recordar, si no se hacen huéspedes fugitivas en nuestra memoria.


viernes, 13 de septiembre de 2013

La catedral de Cuypers






La catedral de Cuypers *

 

La historia del Rijksmuseum de Amsterdam comienza a principios del siglo XIX cuando nace  la idea de construir un edificio para albergar las colecciones de pintura y otros objetos históricos y de arte, provenientes de diferentes instituciones estatales y que hasta entonces estaban alojadas en el Trippenhuis, un pequeño palacio del siglo XVII en Amsterdam.

 

La decisión final se toma por fin en 1876 después de muchas consultas e indecisiones. El proyecto se le adjudica al arquitecto holandés Pierre Cuypers, católico, nacido en 1827  en Roermond, provincia de Limburgo, aunque no todos estaban de acuerdo con esta elección. Considerado como el constructor y restaurador de iglesias, capillas y monasterios, su obra tenía una gran influencia del gótico francés. Había estudiado a fondo esta forma artística de construcción e incluso se atrevía a ponerla en práctica, y aunque su proyecto para el Rijksmuseum era en parte de estilo neogótico y aún más manierista, el resultado recibió muchas críticas por los defensores del protestantismo al hacerles recordar a una iglesia católica. Tampoco fue del gusto del rey Guillermo III de Orange, que lo consideró demasiado burgués y decidió que no pondría un pie en ese convento. Se negó a poner la primera piedra y a llevar a cabo la inauguración oficial.

 

Desde su construcción, el museo ha sufrido diversas transformaciones adaptadas a las necesidades y a los gustos y exigencias de los años, y aunque la fachada quedó intacta, el interior cambió considerablemente. A principios del siglo XX se abrió una nueva sala, dotada de una iluminación especial,  para instalar en ella el cuadro La ronda de noche, de Rembrandt. Más adelante se añadieron diversos pabellones, entre ellos el pabellón Philips que albergaba una colección de pinturas de la Escuela de la Haya. Poco a poco el museo va tomando otra fisionomia, los muros se encalan, los suelos se cubren, la distribución toma otra dirección. Tantos cambios y reformas hizo que se oyeran advertencias por el peligro que corrían el estilo y la armonía del edificio.

 

Muchos años después se recuerda esta sentencia cuando en el otoño del año 2000 se decide someter al museo a una nueva reforma. La orden que reciben los arquitectos es hacer desaparecer del edificio todo lo que se le ha ido añadiendo en tiempos anteriores, hasta que de nuevo resulte una unidad y se recupere el brillante inicio de Cuypers. Pero no ha sido fácil. Se concertaron planes para los trabajos de arquitectura y planes para la decoración, se desecharon y se volvieron a pensar. Se discutieron desacuerdos entre el museo y el ayuntamiento, se concedieron licencias, hubo retrasos, se adaptaron nuevas ideas, se solucionaron problemas. En resumen, resultó una operación de enormes dimensiones llevada a cabo por los directores del museo, Wim Pijbes y Taco Dibbits, los arquitectos españoles Cruz y Ortíz, el diseñador de interiores Jean Michel Wilmotte, y un ejército de titulados y personal del museo. Mientras tanto, el museo seguía recibiendo a quien quisiera visitar parte de su colección.

 

Finalmente, después de diez años de espera, el Rijksmuseum abrió oficialmente de nuevo sus puertas el 13 de abril pasado, y esta vez en su estado original. La diferencia con el viejo museo es enorme. La entrada es ahora amplia y luminosa. Ha desaparecido el laberinto de salas que le habían ido añadiendo y donde se ahogaban las colecciones expuestas. Han restaurado su decoración y abierto al exterior los patios interiores. Se han echado abajo todos los muros blancos. No se han escatimado gastos ni esfuerzos para recuperar el proyecto de Cuypers. Lo curioso es que ahora el Rijksmuseum está más cerca del siglo XIX que en estos años anteriores.

 

Visitar un museo como éste no es algo que se puede hacer en un día. Una ruta cronológica de un kilómetro y medio te lleva a lo largo de una rica y brillante colección de pinturas, imágenes, trajes y armaduras, grabados, muebles, alfombras, armas, cristal y vajilla, muebles y tapices, que casi había quedado en el olvido. De entre los ocho mil objetos de arte que se exponen, del millón que tiene el museo y que cubren ocho siglos de historia, es difícil saber por dónde empezar.

 

Para evitar la saturación tienes que hacer una elección, escoger un tema, una sala, un artista, incluso una sola obra. En este caso no tengo dudas, me decido por recorrer la galería de honor, el pasillo con columnas que me lleva a La Ronda de Noche de Rembrandt. Sin ella no podemos imaginarnos el Rijksmuseum, que en realidad fue proyectado especialmente para este cuadro, como si se tratara de una catedral donde La Ronda de Noche cuelga en el altar mayor al igual que una imagen de Cristo. Es la única obra que ha vuelto a ocupar su antiguo lugar, bajo la mirada atenta de las cariátides, cuatro bien formadas figuras femeninas.

 

Esto es solo el principio. Hay mucho más para ver hasta completar las ocho mil obras de la colección. Lo mejor es volver, el Rijksmuseum se merece más de una visita, sin aceleración y dedicándole el tiempo que se merece. Unicamente así se puede opinar si la renovación ha sido un suceso completo.

 
http://alenarterevista.net/
 


sábado, 27 de julio de 2013

La casita del Zar



en http://alenarterevista.net/

 

La mitad de esto es verdad.

La otra mitad probablemente no lo es.

No me reprocheis si añado algo

o si lo quito.

Os lo cuento como nosotros lo oímos.

 

Manás. Poema épico del pueblo kirguís.

 

Rusia, el país más grande del mundo, conoce una agitada historia. Sus orígenes podemos fijarlos con la llegada de los pueblos eslavos y el surgimiento del principado de Kiev, un estado medieval precursor de la Rusia de hoy. Su geografía, esas grandes extensiones de terreno, la estepa y los desiertos, las enormes llanuras, la tundra en el norte, con helados inviernos y veranos sin apenas vegetación, ejercen en mí una gran atracción. La música clásica rusa, la danza, el ballet, están arraigados en la cultura del pueblo ruso. La literatura, con escritores como Dostoyevski, Tolstoi, Pushkin, Turgenev y Pasternak, me llevó hasta el corazón de la nación con temas que van desde dar a conocer una sociedad marcada por el dominio absoluto de los zares, la miseria y la esclavitud, hasta mostrar una visión política con sus movimientos revolucionarios. No olvido tampoco que la poesía me abrió el camino hasta los sentimientos de un pueblo que ha sido probado por su historia.

 

Yo he muerto, pero tú aún respiras.

Y el viento, con su queja desdichada

desde las lejanías infinitas

hace temblar al bosque y a la dacha.

No sacude los pinos uno a uno

sino que los agita a todos juntos

como si fuesen cascos de veleros

meciéndose en los muelles de algún puerto.

Y no lo hace por simple atrevimiento

sino porque desea encontrar dentro

de la tristeza las palabras justas

que necesita tu canción de cuna.

 

Boris Pasternak

 

Parte de esta historia ha llegado ahora aquí junto con la exposición que hasta septiembre presenta el museo Hermitage de Amsterdam, dedicada a Pedro I el Grande. Este año se conmemora la visita del zar ruso a Holanda a finales del siglo XVII y las relaciones comerciales que se entablaron entonces. Pedro I era inteligente y hábil. Desde jóven practicó diversos oficios y nunca dejó la oportunidad de aprender algo nuevo. Fue el primer monarca de su país que viajó fuera de sus fronteras. En marzo de 1697 salió de Moscú. Recorrió Inglaterra, Francia y Viena, pero donde más a gusto se encontró fue en la próspera República holandesa. Pedro I pasó algún tiempo en Amsterdam, que le sirvió de modelo para su nueva capital, San Petersburgo, que ordenó construir a las orillas del río Neva. Según cuentan las crónicas, o puede ser solo una leyenda que quiere ser verdad, Pedro I trazó una cruz con su bajoneta en aquel suelo pantanoso, para indicar donde debería levantarse la ciudad. No se escatimó dinero y se perdieron muchas vidas humanas por lo esforzado del trabajo y por la dificultad de las obras de construcción.

 

Marino, carpintero, gran erudito y un héroe

profundamente cautivado por Rusia,

un trabajador encariñado con el trono del país.

 

Alejandro Pushkin

 

No hay otro zar del que se hayan conservado tantos objetos personales. Además de retratos, cuadros y dibujos, la colección se completa con joyas, armas, documentos, zapatos, un botiquín de viaje, piezas de vestir y piezas arqueológicas, el corazón disecado de su chambelán y hasta una mascarilla que se le hizo al morir. Un carruaje que utilizaba para recorrer los jardines, cierra la exposición. Aproximadamente unas 700 piezas nos dan a conocer el lado más personal del zar, sus exigencias, su afán coleccionista, y sus deseos de aprender. Pedro de Rusia tenía un lado oscuro y perverso que le hizo participar personalmente en ejecuciones y torturas. De esta manera ordenó detener a su hijo Alexis, que había participado en una sublevación contra su padre. El castigo fue tan intenso que tuvo que pagarlo con su muerte.

 

El zar Pedro I llegó en 1697 a Zaandam, cerca de Amsterdam, para conocer los secretos de la construcción naval. En el Siglo de Oro los holandeses eran mundialmente conocidos como excelentes navegantes y constructores de barcos. El zar quería hacer de Rusia un país moderno, importante y grande, y comprendió que un puerto era el mejor medio para ello. La casa donde se alojó durante su estancia en Zaandam aún se conserva y es uno de los ejemplos más antiguos de construcción holandesa en madera. Recientemente renovada, para proteger la madera, la han rodeado de una construcción en piedra, y ahora es un lugar de atracción para el turista. Es de tamaño reducido, sólo con dos pequeñas habitaciones y una cocina diminuta. El zar era un hombre alto, medía dos metros, pero a pesar de su mucha altura prefería los espacios pequeños. Comía y dormía siempre en habitaciones reducidas, tenía angustia por las grandes masas de gente y los amplios espacios despejados, padecía agorafobia. La casita se adapta a la imagen que los rusos quieren tener de Pedro I, un gran hombre para quien nada es demasiado pequeño.

 

No busco oro,

pero no olvides nunca que soy el zar.

Pedro I el Grande


 

viernes, 28 de junio de 2013

Coleccionar es también un arte



Según el diccionario, coleccionar significa reunir, acumular. Es lo que hace un coleccionista  que se dedica en cuerpo y alma a buscar y conseguir un conjunto de cosas que le interesan, una persona observadora e incansable que recorre todos los rincones posibles hasta encontrar ese objeto deseado para añadir a su colección. Creo que todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos coleccionado algo. Quién no recuerda haberlo hecho en la infancia. Cromos, sellos, calcomanías, tarjetas postales, llaveros, entre otras cosas, fueron algunas de las colecciones que los niños compartíamos. Nuestro objetivo era intercambiar con otros, en el colegio o en la calle, lo que teníamos repetido y conseguir esa pieza especial que tanto nos costaba encontrar. Algunos habrán seguido con esa afición, pero me pregunto dónde habrán quedado la mayoría de aquellas colecciones.

 

Coleccionar es una ocupación que exige dedicación y tiempo. Puede llegar a ser una pasión descontrolada, una obsesión, una manía, que ocasionará problemas de falta de espacio y de convivencia. Al mismo tiempo es una ocupación que precisa de un carácter meticuloso, constante y ordenado, y sobre todo de mucha paciencia. Estas eran mis reflexiones cuando visité el pasado mes de abril en el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga la exposición En casa soy un turista, una colección de juguetes de diseño y ediciones de arte, de Selim Varol. Según este coleccionista, de origen turco pero domiciliado en Alemania, todos nacemos con el instinto de cazadores-recolectores, que implica esencialmente que buscamos cosas y las coleccionamos.

 

La historia del edificio donde está instalado este museo comienza a finales de los años treinta del siglo pasado, y fue destinado a albergar el mercado de Mayoristas de la ciudad. Continuó así hasta 1980, cuando se construyó un nuevo mercado. Después de unos años de abandono y deterioro, en 1998 se recupera, conservando la fachada y los exteriores del edificio, para instalar el Centro de Arte Contemporáneo. En febrero del año 2003 abre sus puertas ya de una manera definitiva.

 

Las salas son espaciosas, los techos altos, y disponen de una excelente iluminación. Un lugar ideal para albergar la colección del más fanático coleccionista. Selim Varol comenzó a reunir objetos siendo un niño. Poco a poco esta afición se fue afianzando y evolucionó. Además de poseer una de la colecciones de juguetes más grandes del mundo, sus preferencias se han acercado también a otras obras con raíces en el arte y en la vida cotidiana. Tiene más de 15.000 piezas de diferentes artistas, de las que unas 1.300 están expuestas en el museo.

 

Asombroso, divertido y también interesante es observar cada uno de estos objetos. Junto a los juguetes de diseño destacan también graffitis, posters, pegatinas, piezas de expresión urbana que descubren verdaderas obras de arte, la cultura de una generación, merecedoras de ocupar un lugar en el museo. Como dice Varol, el público se siente fascinado por la cantidad de lo expuesto y su diversidad, su abigarrada presentación que no deja un rincón sin ocupar, ni un resquicio vacío de las salas. Lleva el sello personal de Selim Varol y muestra sus preferencias. Quizás sea esta colección el escaparate mágico de sus nostalgias y todos sus sueños.

 
Coleccionar es una manera de capturar trozos de tiempo  y cultura. Selim Varol


Revista Alenarte, mayo

lunes, 17 de junio de 2013

Mirada

Arthur Hughes 1832-1915
 
 
Siento las pulsaciones de tu piel
al contacto de mis manos.
Quiero fundirme contigo en el embrujo que me ofreces,
hasta una completa sumisión
más allá de lo desconocido.
¡Y es que nunca dijo tanto una mirada !

lunes, 10 de junio de 2013

En una de esas madrugadas


 Frederic Lieghton

 
De nada sirve 
querer seguir el camino de los ángeles,
ser Ícaro de gastadas alas,
abandonar los espacios limitados
y volar.
De nada sirve
el deseo de atisbar imágenes infinitas
en el espejo cóncavo de la palabra,
de nada sirve …
De nada servirá si nos perdemos en las incognitas de la Quimera,
si dejamos quemar los sueños
al acercarnos al fuego de la luminosidad.

Fue en las madrugadas cuando aprendí a escuchar los sonidos del silencio, perdidos en el espacio donde suelo refugiarme de mi temor al crepúsculo y a la transformación de la luz. Fue en las madrugadas donde aprendí a diferenciar el acento de sus ecos, sus perfiles, sus tonos, su intensidad. No hay mudez en las noches ni silencio absoluto, como tampoco hay una muerte total. Hay rumor, sonidos de sueños y desveladas horas, hay latidos, murmullos de luna variable y mutilada. Hay tristeza y llanto, risas y canciones en un aire más que cercano. Es el lenguaje del sentimiento exiliado, que busca sus perfiles en la oscuridad.

Fue en una de esas madrugadas cuando también te escuché. Me contabas de tus deseos de encontrar el tiempo y la calma extraviada, y buscabas el hogar donde recoger las imágenes huérfanas de palabras, sedientas de luz. Hablabas, desde el silencio de tus nostalgias y recuerdos, de la busca de ese espacio para describir el día a día de tu historia, recogiendo capítulos entre el deambular de enseres y sentimientos cansados, y del miedo de sentirte  perdida en ese mundo nuevo, de no saber … me hablabas … Fue en una de esas madrugadas, y yo te escuché.
 

sábado, 25 de mayo de 2013

El retrato


El objetivo del arte no es presentar la apariencia externa de las cosas, sino su significado interno, pues esto, y no la apariencia y el detalle exteriores, constituye la auténtica realidad.

Aristóteles.

 




 

 

Quizás es La Gioconda el retrato más conocido de toda la historia del arte pictórico. Algo especial debe de tener que lo hace tan atractivo para las aproximadamente 20.000 visitas al día que recibe en el museo El Louvre en París. Es una tabla de 77x53 cms. de entre los años 1503 y 1519 según las últimas investigaciones realizadas. Yo no me canso nunca de observar a esta joven dama, pintada por Leonardo da Vinci con bien dominada técnica que se conoce con el nombre de sfumato. Con apenas perceptibles pinceladas difumina los contornos del paisaje entre sombras y luces, y da un halo de misterio al rostro de  Lisa Gherardini, verdadero nombre de la modelo.

 

Leonardo da Vinci no fue el primero en trabajar este género pictórico. Más antiguos son los retratos funerarios de Grecia y Egipto. En la Edad Media el retrato era poco frecuente y estaba reservado a la clase adinerada en lo que se refiere a particulares como ricos burgueses,  gobernantes y mecenas. Con la llegada del Renacimiento el género se hizo independiente, adquirió importancia, conviertiéndose en algo más popular al extenderse entre la clase media.

En Alemania, Francia, Italia y España el retrato se puso de moda. Algunos artistas se hicieron verdaderos maestros. Los encargos llegaban tanto de la clase rica como de la misma corte. Algunos pintores ponían todo su empeño en conseguir el éxito y destacar del resto de los artistas y alcanzar así las preferencias de los clientes. Para ello idealizaban a sus personajes retratándolos de una manera brillante en todo su poder y dignidad.

Hasta el siglo XVI la técnica del retrato tenía unas normas formalistas que no habían experimentado variación, tanto en el dibujo de los personajes, la postura al posar, la expresión y sus ademanes, como en la manera de dar en las telas la textura de los materiales y otros objetos. Sin embargo, un siglo más tarde observamos nuevas tendencias, y aunque se sigue conservando las poses estáticas de los grandes señores en ricas vestimentas y los retratos a caballo, se trabajan otros estilos. Uno de ellos es el retrato en grupo, un género característico en la pintura holandesa. Posiblemente es La ronda de noche, de Rembrandt, el más conocido.
 


Frans Hals y otros contemporáneos desarrollaron una nueva manera de acercarse al personaje, tratándolo con los pinceles de una forma más íntima y directa, con más naturalidad en las poses, en definitiva con más realismo, sin perder de vista las normas vigentes del barroco. Comparamos dos dobles retratos y dos periodos del arte. El primero, Retrato de boda de Giovanni Arnolfini y su mujer Giovanna Cenami, de 1434, en el periodo de transición del gótico al renacimiento, de Jan van Eyck. El segundo, un cuadro de Frans Hals, del matrimonio Isaac Abrahamsz Massa y Beatrix van der Laen, de 1622. ¿Qué es lo que estos cuadros nos cuentan? Ambos nos muestran una escena de un matrimonio, pero la historia está de manera diferente presentada siguiendo el concepto de la época en que respectivamente están pintados. Jan van Eyck nos da a conocer el concepto que se tenía del matrimonio y la relación entre los esposos. Mientras el hombre está vestido para salir a sus negocios y se encuentra al lado de una ventana abierta, símbolo de la vida mundana y frívola, la mujer está cerca del lecho, como símbolo de su puesto como responsable del gobierno de la casa. El esposo mira directamente al espectador, quiere hacerse notar, su mujer mira sumisa al marido con la cabeza ligeramente inclinada en señal de respeto.

Frans Hals, en cambio, muestra a la pareja de una manera informal y relajada. La mujer se apoya en el marido con un brazo en su hombro, mostrando en el índice de su mano el anillo de casada. La mano del esposo, diplomático, viajero, conocedor de Rusia, señala su corazón en un gesto de amor y fidelidad. Para acentuar más este sentimiento entre los esposos hay otros detalles en el cuadro. La hiedra, a los pies de la dama, se refiere a la fidelidad, el jardín del Amor, la fuente de agua como símbolo de la fertilidad, los pavos reales como atributos de la diosa Juno, la arquitectura por el carácter perecedor. Para mí, el atractivo de este cuadro está en la sonrisa de la pareja. La risa escasea en las pinturas de la época. Se desconfiaba de ella, considerándola cosa de necios. Sin embargo, Frans Hals no duda en representarlos con una sonrisa en los labios. La vida es bella para ellos, se sienten felices y lo quieren demostrar.

En la pintura de Jan van Eyck, Giovanni Arnolfini y su mujer, una tabla al óleo, lo primero que salta a la vista es la actitud estudiada y algo distante del matrimonio. Hay diferentes teorías, pero la interpretación más nombrada es que se trata de la celebración del compromiso matrimonial. En el espejo que cuelga en el muro del fondo se reflejan dos figuras. Una de ellas es con toda seguridad el pintor, que actúa como testigo. Asimismo, el espejo es el símbolo de María y la pureza de la Virgen, y representa, además, el Ojo de Dios, que de esta manera es también testigo.

Toda la obra tiene un gran significado simbólico. La vela encendida nos hace pensar en la presencia del Espíritu Santo. El perro simboliza la fidelidad. Las naranjas encima de la mesa, cerca de la ventana, están por la pureza y la inocencia en el Jardín del Edén antes de la caída en el pecado. Las cortinas rojas alrededor de la cama nos remiten a la unión carnal de los esposos, y el verde del vestido de la mujer simboliza la esperanza, por supuesto en la maternidad. Otra de las interpretaciones dada a esta pintura es que se trata del nacimiento de una rica burguesía. Bruselas era al principio del siglo XV el centro más importante del comercio en el norte de Europa. El cuadro representa a esa clase adinerada que, como nuevos ricos, exponen con mucho entusiasmo sus propiedades.  Vemos a la señora Arnolfini vestida según la última moda de su tiempo, en un traje hecho de la mejor y más cara tela, adornada con piel de armiño. La naranja es, en este caso, un signo de riqueza pues sólo la élite podía permitirse esta fruta. En realidad el cuadro muestra no tanto lo que Arnolfini y su mujer poseen sino que quieren hacernos saber lo rico que son y lo bien que viven. Los detalles, su estilo y lo refinado de la técnica, hacen considerar esta obra como un verdadero tesoro en la historia del arte.

El género del retrato no ha tenido siempre un lugar destacado en el arte y ha sido considerado durante largo tiempo el hermano pequeño de la pintura. La burguesía en el siglo XVIII  y la existencia de salones de exposiciones, impulsa el interés por el retrato y a dejarse retratar. Francisco de Goya, uno de los maestros en el arte, pinta reyes y reinas, pinta cortesanos y personajes en trajes de ceremonia, gente de la calle con un ligero acento de burla. Era el retratista de moda, como lo fue uno de mis favoritos,Thomas Gainsborough, en Inglaterra y en Francia Jean Auguste Ingres o François Boucher. Ellos me han dado la posibilidad, a través de sus retratos, de acercarme a los personajes, a sus vidas, a sus intereses, al tiempo en que vivieron, me han mostrado la apariencia externa y el significado interno y también la historia, como lo han hecho otros muchos pintores, entre ellos Jan van Eyck y Frans Hals.

 

 
en Alenarte

 

domingo, 19 de mayo de 2013

Tempestad de los sentidos



 
"La novia del viento"
Eternamente Alma Mahler
 
 
Rompe límites fijados en una pertinaz búsqueda entre rendidos conflictos y difíciles decisiones, sinfonías y cornucopias doradas en salones de té. No se concede pausas, y quiebra el tiempo sesgando ambiciosos sueños,  para terminar precipitándose  como mariposa que fenece, atraída - sin trabas - por el fuego de la pasión. Arrogante, vierte su fuerza conjugando el arte de amar.

miércoles, 17 de abril de 2013

Los inocentes



Alrededor de diez millones de niños han perdido la vida en estos últimos diez años en guerras y otros conflictos armados. Sólo en Siria son ya unos 4.500 menores de 16 años que han fallecido a consecuencia de las luchas que asolan su país. Todo esto sin contar los miles de heridos o que han quedado inválidos y los que, por la falta de alimentos y atención médica en los campos de refugiados, no sobreviven.

La muerte y el maltrato infantil están presente siempre en todos los tiempos. Ya en la antigüedad los niños fueron víctima de rituales y de sacrificios religiosos. En la mitología griega, Saturno devora a su hijo, y Medea mata a los dos suyos para vengarse de Jasón. En la Biblia también se mencionan diversos sacrificios en cumplimiento de órdenes divinas. Abraham obedece el mandato de Dios, que le exige la vida de su hijo Isaac, y Jefté, que ofrece el sacrificio de la primera persona que le recibe a las puertas de su casa si sale victorioso de su batalla contra los amonitas, y que resultó ser su hija. En ambos casos el sacrificio no exigió derramamiento de sangre, pero, qué pensar de lo que nos cuenta Plutarco sobre la antigua Grecia, donde arrojaban a los niños a un barranco para comprobar su fortaleza, o del faraón que ordenó la matanza de los varones hebreos recien nacidos, por temor a que su pueblo se extendiera demasiado.

Muchos son los artistas de la pintura que escogen este tema para llevarlo a sus telas. Uno de los cuadros que más te acerca esta violencia es La matanza de los inocentes, de Cornelis van Haarlem, llamado también el Miguel Ángel de Los Países Bajos. Un pintor que hizo furor en el siglo XVI por el dramatismo que plasmaba en sus pinturas históricas. Había nacido en 1573, en una Haarlem que estaba en manos españolas después de un sangriento y agotador asedio. Cornelis pintó este cuadro en 1591 por encargo del ayuntamiento de la ciudad. Estaba destinado a ser el panel central de un tríptico. Los dos paneles exteriores habían sido ya realizados en 1564 por Maerten van Heemkerck. Observar de cerca esta obra es toda una experiencia que exige tiempo.

En la historia del arte, el infanticidio de Belén por orden del rey Herodes, con madres desesperadas y niños que han perdido brazos, piernas e incluso cabezas, y otras crueldades, ha sido pintado con frecuencia. En la obra de Cornelis van Haarlem el pintor va más allá de la simple narración. Lo que el artista nos quiere hacer ver es el buen dominio de las figuras, su maestría, al reflejar el cuerpo humano en sus cuadros. Nada mejor para mostrarnos esto es presentar las imágenes desnudas, en poses expresivas y con especial atención a lo anatómico. Los cuerpos, girados y retorcidos, sus diversas formas y movimientos, están dotados de un extremo dramatísmo y vehemencia. El fondo, paisaje y arquitectura, tiene mucho de amenazador.

La matanza de los inocentes, es un óleo sobre tela de 268 x 257 cms. Lo que vemos en él son fuertes y musculosos soldados afanados en cumplir la órden del rey de matar a todos los niños menores de dos años. Al mismo tiempo tienen que librarse del ataque de las madres que, golpeadas y pisoteadas, luchan con todas sus fuerzas tratando de arrancarlos de las manos de los verdugos. La escena es de una extraordinaria crueldad. En realidad, este cuadro que es del primer periodo de su obra, tiene todas las características del manierismo, por lo exagerado de los cuerpos, lo dramático de las expresiones y lo turbulento de la composición.

Sin embargo, el pintor parece haber obrado de una manera bastante civilizada y, a pesar de toda la agresividad que se observa en la obra, no encontramos restos de sangre ni miembros descuartizados. También podemos hablar de un cierto orden ya que aunque soldados, madres y niños están entremezclados, no es una masa sin formas, sino que cada figura ocupa su lugar y tiene su identidad. Posiblemente el panel central original de este tríptico, que con seguridad fue destruido durante el movimiento iconoclasta, tenía una composición totalmente diferente. Colgaba en el Prinsenhof de Haarlem, lugar de residencia del gobernador cuando visitaba la ciudad. Para completar estos dos paneles que quedaron se le dió el encargo a Cornelis van Haarlem. Hay quien se pregunta cómo se pensó en escoger una escena tan violenta para un lugar oficial. Según Henk van Os, antiguo director del Rijksmuseum en Amsterdam, fue una advertencia del pueblo de Haarlem al gobernador, que aún tenía fresco en la memoria el asedio español: Gobernador, ten cuidado; no seas nunca un tirano como Herodes.

La obra de Cornelis van Haarlem no se limita a telas de grandes formatos y temas bíblicos. En el museo Frans Hals podemos ver un óleo, El monje y la monja, conocido también con el nombre de El milagro de Haarlem. La leyenda cuenta la historia de una religiosa que fue acusada de estar embarazada. Para demostrar su inocencia se encargó a un monje franciscano pellizcar en el pecho de la religiosa con la intención de que saliera leche en el caso de ser culpable. La suerte estuvo al lado de la monja y de su pecho brotó vino, simbolizado por la copa de cristal en el cuadro. En cualquier caso no hay nada que avale este supuesto milagro. Curioso es que en el siglo XVI hay muchas pinturas con este mismo tema, religiosos y religiosas en situaciones picantes y comprometidas. Con toda seguridad era una sátira a las buenas costumbres y a la falta de castidad.

 

 

 
publicado en: http://alenarterevista.net/

 
 

 

domingo, 17 de marzo de 2013

jueves, 7 de marzo de 2013

Hoorn, ciudad encantada del siglo de oro


 

 

Hacía frío cuando llegamos a Hoorn, en la provincia Noord Holland. Enero ha sido un mes blanco y gris, de muñecos de nieve, de canales y estanques helados, de retrasos en los caminos y sobre todo de un fanatismo por patinar. Hoy, además, el viento estaba presente dándonos golpes y enredándose entre los pliegues de los abrigos. Quienes no parecían tener dificultad con él eran las gaviotas. Atrevidas todas ellas, planeaban por calles y plazas anunciando la proximidad del mar. Sus gritos y el sonido del viento rompían la ecuanimidad de la ciudad y le daban un pálpito que la hacía ser diferente. Sin duda el mar ha tenido siempre un papel principal en la historia de Hoorn. Su favorable situación geográfica junto a las aguas abiertas del IJsselmeer, que favorecía el comercio marítimo, hizo crecer la ciudad con uno de los más importantes puertos de Holanda en el siglo XVII.

Hoy día todavía se puede ver este prestigioso y rico pasado de Hoorn. Quien pasea por el centro histórico de la ciudad siente el ambiente del siglo XVII gracias a los cientos de monumentos y al bien conservado trazado de las calles que data del siglo XIII. Los nombres de las calles, las fachadas de piedra, almacenes de mercancias y edificios notables mantienen en vida el recuerdo de entonces, de un tiempo de abundancia y desmedido lujo, opíparas comidas y cenas regadas por los mejores vinos importados de Francia, Italia y Alemania. Esta es una imagen algo romántica de la época, pues no hay que olvidar que estas riquezas estaban en mano de una parte de la población y que el resto vivía de una manera sobria, apropiada al carácter ahorrativo y calvinista del holandés. En lugar de vino, se bebía cerveza muy suave, que tomaban adultos y niños al no ser el agua lo suficiente saludable. En total se contaban unos 280 litros por persona, cuatro veces más que lo que se bebe hoy.

No era todo oro en el siglo XVII en Holanda. En realidad la vida era dura para la clase necesitada. Muchos habitaban casas húmedas y oscuras. Trabajaban los siete días de la semana para ganar poco, incluso niños, sin apenas permitirse lo más necesario. Hacinamiento, enfermedades, mendicidad y la reanudación de la guerra contra la dominación española, castigaba a esa parte numerosa de la población, que vivía en la más absoluta pobreza. También en aquel tiempo llegaban inmigrantes atraídos por el brillo de las grandes ciudades. Una de estas personas fue Elsje Christiaens, de 18 años de edad. Llegó a Amsterdam desde Dinamarca buscando un futuro mejor, hasta que un succeso trágico cambió su suerte cuando llevaba apenas unas semanas en la ciudad y aún no había encontrado trabajo. En una discusión con la dueña de la habitación donde se hospedaba, que le reclamaba lo que le debía, golpeó a ésta en la cabeza con un hacha. Después de ser detenida, hubo un rápido juicio y Elsje fue condenada a morir en la horca. Las calles se llenaron para presenciar la ejecución de la sentencia. Este suceso no hubiera pasado a la historia sin el dibujo que Rembrandt nos dejó. Rembrandt ha dado a conocer toda clase de temas en sus pinturas. Desde representaciones bíblicas, paisajes, retratos, hasta escenas de la vida diaria que él recogía en sus paseos por la ciudad donde vivía, Amsterdam. Podemos decir con seguridad que presenció el ahorcamiento y allí mismo tomaría apuntes para su dibujo.

A pesar del frío y la nieve de este enero joven, nos hemos acercado a Hoorn para saber más de ese pasado que se cuida con tanto detalle, edificios y casas residenciales, pequeñas callejuelas, rincones especiales y, por supuesto, las nuevas tiendas, terrazas y cafés. En el mismo centro está el Westfries Museum, museo del Siglo de Oro. Este precioso edificio del año 1632 alberga una colección de 30.000 piezas, distribuídas entre las 27 salas del museo. De los objetos que se exponen en cada sala, se destaca uno con un significado especial en la historia. Así, en una vitrina del piso superior, se guarda una copa de plata valorada en un millón de euros, fabricada probablemente entre 1530 y 1540 en Amberes. Perteneció al admiral al servicio del ejército español, Maximilian de Hennin, Señor de Bossu, que fue hecho prisionero  en 1573 durante la batalla del Zuiderzee. Frente a la costa de Hoorn, el admiral perdió la flota, su espada, que también está en el museo, y la copa. Otra pieza que llama la atención por sus grandes medidas y gran expresividad, es el cuadro pintado por Johan de Baen en 1682, en la que aparecen alrededor de una mesa seis arrogantes caballeros, dirigentes de la Cámara de la Compañía de las Indias Orientales en Hoorn. La pintura resalta el poder y la posición social a través de la riqueza y lujo de los trajes, las espléndidas pelucas, los mapas e instrumentos de navegación, los planos de los fuertes. Todo demuestra que estos caballeros tenían el mundo a sus pies y ésto querían que todos lo vieran.



El museo tiene además exposiciones temporales. Chismorreo y cotillleo en el siglo de oro es una divertida y aclaratoria muestra que nos acerca a la cultura del chisme y la murmuración de nuestros antepasados en el siglo XVII. Se imprimían libros, panfletos, poemas, canciones, con picantes noticias y escándalos de conocidas e importantes personalidades de la sociedad. También en la pintura se toca este tema en el óleo de Nicolaes Maes, Los amantes espiados por una muchacha. Una jóven mira hacia el espectador. Con un dedo sobre los labios parece compartir un secreto pidiendo silencio. Al fondo de la imagen, una escena familiar alrededor de una mesa. Más a la derecha distinguimos una pareja en actitud cariñosa. Aparece también la imagen de Juno, la diosa del matrimonio. No sería extraño que todo este escenario sugiera la idea del adulterio. Después de ver todo lo expuesto se llega a la conclusión que en estos 400 años no ha cambiado nada.

Hay mucho más relacionado con la ciudad en el museo. Otro espacio del edificio alberga una colección de 36 delicados trabajos bordados por hijas de los regentes y de distinguidas familias. Estas labores, todas hechas en Hoorn, llevan bordadas también las fechas y los nombres de sus propietarias. De esta manera se ha podido saber quienes eran sus familias, en qué calle vivieron y cómo les fue en su vida. Es un capítulo más de la historia de Hoorn.

Después de casi tres horas de ver, sentir y casi palpar ese siglo de prosperidad y también penuria, dejamos el museo. A la salida tenemos un encuentro con todo el carácter de un epílogo. Frente al edifico, en el centro de la plaza Roode Steen, está la estatua de Jan Pietersz Coen, nacido en Hoorn en 1587. En el pedestal estaban grabadas estas palabras que él tenía como divisa, No desespere. No respete a sus enemigos, pues Dios está con nosotros. Fue comerciante, contable y finalmente gobernador general de todas las posesiones que tenía la Compañía de las Indias Orientales fuera de la República. Con su gran tenacidad, su talento organizador y su capacidad militar puso las bases del poder colonial en lo que sería las indias holandesas, hoy Indonesia. A pesar de todo esto, su agresiva forma de actuar y las duras y sangrientas medidas de castigo con los nativos de las islas para conseguir el monopolio en el mercado de las especias, no ha evitado que tiempo más tarde cayera de su pedestal, y son muchos los que, actualmente, piensan que no merece tanta distinción. Se ha llegado a un acuerdo modificando el texto. Jan Pietersz ha regresado a su sitio y ahora se lee, No desespere. Veinte siglos de historia de los holandeses. No sabremos cómo reaccionaría el gobernador general si viera su divisa cambiada.






 

 

martes, 12 de febrero de 2013

Al límite de lo imposible



 
 
 
Ningún gran artista ve las cosas como son en la realidad; si lo hiciera, dejaría de ser artista. (Oscar Wilde)

No hay duda de que el arte es una actividad del hombre. Con ella, además de mostrar habilidad y talento, transmite sentimientos, da forma a una idea o muestra su visión del mundo. De esta manera el arte es un medio de comunicación, lenguaje entre la obra y quien la observa. Cuando hablamos del arte pensamos en algo hermoso, que causa admiración e impresiona nuestro sentido estético. Es verdad que a través de los años el concepto de lo que es bello en una obra de arte ha sufrido diversos cambios. En la Grecia Clásica la belleza tenía como ideal las medidas y proporciones del cuerpo humano, la elegancia y esbeltez de las esculturas, el estilo de su arquitectura. En la Edad Media se destacaba lo espiritual y religioso. Hoy día el acento está en la variedad y en el carácter intelectual de la actividad artística. En algunos casos lo estético ha perdido el primer plano.

Sin embargo, lo que no es bello puede ser interesante, curioso y hasta divertido. En el Rijksmuseum Twenthe, en Enschede, se expone hasta el 24 de febrero la obra de nueve artistas, alumnos de la Academia de Arte AKI/ArtEZ, que emplean las nuevas tecnologías para producir arte. En lugar de la pintura, el pincel o el lápiz, estos artistas mediáticos, para dar forma a sus ideas y sentimientos, hacen uso de vídeos, cámaras fotográficas, ordenadores, televisión e internet, todo lo que va unido a un enchufe, según bromeaba en una entrevista el conservador del museo y profesor de la Academia, Pieter Baan Müller. Este arte surgió en los años sesenta con la llegada de la cámara de vídeo y la televisión. Uno de los primeros en manipular imágenes de la televisión en Holanda para crear vídeos abstractos fue Livinus van de Bundt, nacido en La Haya en 1909, pintor, grabador y dibujante. Experimentaba con fuentes de luces y sensibles materiales transmisores de luz, y se nombraba a sí mismo el artista de la luz.

El nombre de la exposición, Jugar al límite de lo imposible, ya nos dice que lo que vamos a ver no es que el artista haga uso de un medio tecnológico sino que va más allá, lo indaga, emprende la aventura y reconoce los límites del medio y los traspasa. En realidad juega con él. Esto es lo que podemos observar en el museo. El artista tiene una idea y la desarrolla, pero también se puede decir que tiene una idea, se ocupa de ella y a ver qué es lo que pasa. Un ejemplo lo tenemos en la manera de trabajar de Jan Mensen con el ordenador. Pasando imágenes digitales de un programa a otro y de éste vuelve otra vez de nuevo al principio, aparecen fallos que van cambiando la imagen original. Este es el juego de Jan Mensen, que manipula los medios hasta saber donde tiene que llegar para que la imagen se haga irreconocible. En el caso de Karin Westendorp, su trabajo es un proceso de investigación y ensayo. El vídeo que nos muestra el museo es el resultado de proyectar sobre animales, en lugar de sobre una pantalla, lo que había grabado anteriormente. El efecto es asombroso.

Los artistas son siempre los primeros que adaptan las nuevas tecnologías a sus obras. Ya en el siglo XVI lo hizo Alberto Durero utilizando la máquina de imprimir para llevar al papel sus grabados de madera y difundirlas por toda Europa. Con seguridad es uno de los primeros artistas que hizo uso de los medios modernos de entonces. Más cercano a nosotros están el Dadaísmo y el Pop Art. También aquí hay una inclinación hacia los nuevos adelantos en la tecnología, como es fotomontaje, collage y performance.

La exposición ha sido un descubrimiento. Ciertas cosas me divirtieron, otras despertaron mi curiosidad y el asombro. En esta exposición hay una cierta complicidad entre el público y el artista que presenta sus trabajos de una forma cercana, sin impuestas distancias. Es más, te invita a hacer uso de tus sentidos para conocerlas. La obra de Kees Aafjes, Amsterdam 1962, La mosca española, una maqueta en poliéster, cobre y electrónica, pide a todo el que se acerca a ella a acariciarla, y para que no pases de largo te habla en su idioma, caramba, más por favor, me gusta, delicioso. Ante tanta súplica no tienes otra opción que obedecer y ya no te parece un insecto tan frío y desagradable. Patricia Paludanus, también alumna de la Academia, nos deja manipular su trabajo, unos trazos grabados en láminas de plexiglás. Girando la manivela de los armarios donde se encuentran expuestos podemos variar la influencia de la luz que dará paso a nuevas formas en las láminas.

Hay más. Objetos en movimiento, ordenadores que siguen su propia dirección, esculturas de luz, vídeos sensibles al sonido y que reaccionan cuando te interpones entre ellos y lo que proyectan sin que haya nada para impedirlo. La exposición me ha reconciliado con este arte que hasta ahora sentía distante y sin el atractivo suficiente como para volver. Ahora veo claro su finalidad, la comunicación interactiva entre el público y la obra. Es el comienzo de nuevas posibilidades.






sábado, 2 de febrero de 2013

Todo arte tiene su propio idioma




 
En el Rijksmuseum de Amsterdam descubrí hace algún tiempo un cuadro que me desconcertó y que no llegué completamente a descifrar. Es una obra de Lucio Fontana (nacido en Argentina 1899) una tela pintada en un perfecto blanco, tratada casi con ternura. Este paisaje idílico está roto por una serie de tajos que interrumpen su continuedad con un cierto aire desolado y triste. Esto tiene la función de atraer la atención al cuadro que mantiene un distinguido silencio, quizás por no tener nada que decir.

 Sin embargo, todo lo contrario es la verdad. Si observamos bien la obra, ésta nos habla del contraste entre lo cuidadosamente que está tratada la tela, a pesar de la minimalista manera de trabajar del artista,  y la agresión y la fuerza de los cortes en su superficie, que parecen estar hechos en un momento repentino y sin pensar. Un compromiso entre el tiempo y el espacio, lo rápido de lo que parece ser la acción y la superficie que la sufre. Concepto espacial, nombre de ésta y otras de las obras de Lucio Fontana, es portadora del pensamiento creador del artista. Otro  de los trabajos de Fontana en el museo, es una tela que muestra una serie de filas verticales de agujeros alineados y otra con trocitos de cristal de color rojo. Aquí el protagonismo está en la composición, la materialidad de la tela, lo simétrico de los agujeros y los cristales. 

 Además de pintor, Lucio Fontana era también escultor y ceramista. En el Kröller-Müller Museum  en Otterlo (Holanda) se encuentran cinco de sus esculturas esféricas. Están esculpidas en bronce y situadas en el jardín del museo. En su superficie ha tallado grietas y boquetes; estas aberturas, talladas de una manera muy refinada, cambian con la luz que reciben en el exterior, creando la sensación de sombras y relieves.

 En muchas ocasiones el arte moderno no tiene mucho que contarme. Pero después de haber tenido la posibilidad de visitar algunas exposiciones de este género, he comprendido que la solución para entender su lenguaje está en dedicar más tiempo a observar la obra; así tendremos la posibilidad de sentir la intención de su creador al mismo tiempo que nos hablará su historia. Por lo menos en más ocasiones.