Francis Millet

Francis Millet

lunes, 25 de enero de 2010

A mi hermana



James Jesuba Shannon 1862-1923
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Me estoy mirando en ti y es como si me viese reflejada en el tiempo de la infancia, en aquellos días en los que los sueños eran protagonistas de nuestras historias. Descubro en tus ojos más de lo que creí tener perdido: sentir la tibieza del invierno y el olor dulzón de higueras y membrillos en los días aterralados del verano. Intimidad compartida en juegos y risas, muñecas rotas y libros, y un sinfín de secretos en ese mundo nuestro de azules y rosas, piñatas y cañas de azúcar. Imágenes guardadas en un viejo álbum, cubierto de esa pátina que da a las hojas el roce de los dedos. Era un transcurrir lento de los años, en los que el deseo de festejar se azuzaba con promesas de regalos y el anhelo de ser mujer, mientras el uniforme gris se nos iba haciendo pequeño.


Ahora, cuando los recuerdos empiezan a serme infiel, y el pasado toma un aire desvaído, me traes en tu voz estampas en blanco y negro a la memoria: mesacamillas, braseros, trajes de organdí, cortinas de cretona, la butaca derrengada en casa de los abuelos, … en un nostálgico carrusel, hasta que, paso a paso, vuelven a quedar inmóviles aquellas siluetas en el tiempo.

sábado, 16 de enero de 2010

Futuro próximo


Foto: "20minutos-es"



El peso de las voces somete a la palabra,
y despierta el amargo dolor de la tierra herida
que derrama su sangre en el límite infinito
de los sueños.
Muere el silencio:
el desorden bélico de los exaltados días
fecunda el aire de míseros presagios
y hace ahogar en sombras la esperanza.
Es entonces cuando, enroscado al miedo,
brota el abatido llanto de un niño,
y quiebra el vuelo una paloma muerta,
en madrugadas grises sin auroras.

jueves, 7 de enero de 2010

Impresiones


Deventer 6 enero 2010

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Es tan hermoso el silencio del blanco,
tan limpio,
que llega con ternura.
El color,
apenas sugerido,
deja huellas de azúcar y escarcha
en las pupilas,
y hace crecer imágenes de liviano peso
en el aire
como caricias de niebla.
Descubro en este paisaje inocente
el gélido aliento de los árboles,
y el agua quieta y sin ruidos
en breve rumor de luz que no cesa.
Mientras,
en el horizonte,
el blanco se asoma curioso
con la timidez de un niño sin prisas,
y en los jardines
hasta elfos y hadas hacen muñecos que sueñan,
y es tan hermoso,
el silencio,
con su acento de paz y nostalgias
que calla aterido el deseo
de un pincel que pueda escribirle palabras.

domingo, 3 de enero de 2010

In memoriam



Lola Bertrand † 30 diciembre 2009



Lola,
siempre el mar,
el aire,
el impulso,
la pasión por la vida.
Lola,
la voz,
lo cercano de su afecto.
Lola y su corazón,
acentos, latidos, amistad generosa en confesiones,
Y sus abrazos de azul,
y aquella canción,
letras, historias y lágrimas.
Lola,
siempre,
desde el cristal,
familia, amores y sueños.

Hoy el mar está huérfano y ha entristecido sus azules,
en su entorno se ha hecho el silencio:
la arena acoge el trazo errante de un nombre
de quién por quererle era agua y sal, espuma y ola.



Vestida de mar, de Lola Beltrand

Me he vestido de mar
para fundirme en ti:
quiero colmarte de secretos sin voz,
de sueños,
extender mis brazos de lágrimas,
descubrir tu esfera
hasta mezclar mis algas con tu cuerpo.


Mi esencia:
hervidero de corales y de espumas,
enraíza en ti como la sal,
diluida íntegramente entre tus olas.

En ti, me siento el todo de la nada,
aplacada y audaz;
aquí soy para tus ojos seducción,
imán de tus sentidos,
inacabable caricia por todo tu perímetro;
y penetro tus poros hasta el fondo,
sin prisa por gozarte,
sin asfixia.


Me he vestido de mar para tentarte,
azul y blanca - traslúcida -,
cabalgo en la marea, inmortal,
en un tiempo sin tiempo,
sin manos,
sin ojos y sin boca.


Y por quererte soy agua y sal, y espuma y ola.

Toda yo,
partícula a partícula,
gota a gota: te necesito...