Francis Millet

Francis Millet

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Otoño



Me estremece la llegada del otoño, que se presenta despacio, sin prisas, tomando su forma y su sitio, deslizándose en nuestras vidas, apaciguado el deslumbrar primero del mutuo descubrimiento. Gozamos de la plenitud de nuestras sensaciones, avivadas por brotes de recuerdos, en la cumbre del camino que llevamos recorrido y esperamos con calma el comienzo del temido descenso. ¡Cuento contigo!, sé que
estás aquí, has estado siempre desde el principio, cuando el mar del sur hizo uno nuestros caminos. No necesito oír tu voz para sentirte, me enseñaste a escuchar en el silencio. Por eso abro mi corazón y dejo entrar a tu silencio, porque el amor, este amor nuestro, no necesita de las palabras.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Intento descifrar el lenguaje de los árboles


Camille Corot

Existe una gran diferencia entre un cuadro hecho y un cuadro acabado... La mirada del público está tan acostumbrada a esas piezas brillantes, limpias e industriosamente bruñidas que a Corot siempre se le reprocha que no sabe pintar. (Baudelaire)

0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-


Intento descifrar el lenguaje de los árboles,
-murmullo medroso
como al descuido-
entre el verde aroma de sus hojas en celo.
Hay un cierto encanto
en el juego candoroso de las sombras,
monotonía en los atardeceres húmedos
del sentimiento.
Queda una herida abierta,
la fuerza incontrolable del viento
y las armas de los hombres,
siniestro obtáculo para una gravidez
sólida y fertil.


Abrazo los árboles transparentes de mi infancia.
Su rugosa piel asalta mis desvelos
y rompe en trazos lo horizontal del camino
cubriéndose de nombres,
algarrobos, tejos, olmos y pinsapos,
que sólo son huellas pétreas en el asfalto.
Un sinsonte pone voz a sus quejidos sin engaño
y a las palabras que no nos habíamos dicho.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Se desmorona el encanto


Antonio y Cleopatra (Alma-Tadema)


Indago interiores abiertos al diálogo,
peregrinación constante de palabras sin rastro y sin órden.
Un bullicio irónico desconcierta mi soledad cercenando futuros,
y me dejo vencer…

Me queda sólo descubrir el secreto de mis sueños, perdidos en el vértice de una agonía prematura, dónde las sombras del miedo se enroscan en las estridentes grietas del entorno. No me dejo aconsejar por las dudas e intento retomar el camino que discurre entre la inseguridad del silencio -melancólico y grave- y la sequía de lágrimas que padece mi piel. Me bastan noches que hayan perdido la magia de crecidas lunas, y cuelgue en el aire un desfallecido alborear.

!Qué hermosa visión para un mañana desesperado!