Francis Millet

Francis Millet

martes, 1 de julio de 2014

La moda, el arte y el papel

 
 

 

 

Para el diseñador de ropa su obra es arte y en sus creaciones transmite el espíritu del tiempo, conviertiéndolo en una tendencia a la que llaman moda, un conjunto de prendas de vestir y accesorios que nos identifica y diferencia del resto. Lo que en un principio estaba destinado a proteger del frío y otras inclemencias del tiempo al hombre primitivo, fue adquiriendo formas y estilos, continuando su desarrollo determinado por los cambios culturales, económicos y políticos e imponiendo reglas que marcan una época o una clase social. Apenas hay conocimiento de lo que usaba el hombre en la prehistoria para cubrirse, ni tampoco el material empleado, pero con toda seguridad serían las pieles de los animales que cazaba para su alimentación. Se empieza a tener más detalles de la vestimenta a partir de la Edad Media. Se descubren otros materiales y nuevos métodos para su elaboración, pero es en el Renacimiento con una industria textil en auge, cuando se elaboran además ricas y lujosas prendas que quedan reservadas para los reyes, nobles y la burguesía adinerada. A partir de aquí se puede hablar ya de moda y calificarla de arte.

 

Decía Yves Saint Laurent, diseñador francés, que la moda no es arte, pero que era necesario un artista para crear moda. Sin embargo, su trabajo mostraba lo contrario. El diseñador, que poseía una extensa colección de pinturas y fue el primero en exponer sus modelos en un museo, trabajó con Dior y, más tarde, tuvo su propia casa de modas, con el lego YSL. Curiosamente, para algunas de sus creaciones se inspiró en la obra del pintor holandés Piet Mondriaan, conocido por sus pinturas de líneas negras y colores primarios, en la de Pablo Picasso y en la de Georges Braque. También otros pintores como Vincent van Gogh y Gustav Klimt sirvieron de inspiración a distintos diseñadores.

 
Isabelle de Borhgrave es una artista belga que también se ha inspirado en el arte pictórico para realizar su colección, que se expone hasta el 15 de junio en el museo de Breda. Maniquíes de tamaño natural que representan personajes de la dinastía Médici y su entorno, visten modelos de la época realizados en papel pintado y estampado a mano. La artista se ha basado en los cuadros de pintores del siglo XV hasta el XVIII. Sus creaciones dan muestra de un gran conocimiento del traje histórico, ya que no existen otros ejemplos para su reconstrucción en papel, que los que están pintados en los cuadros. El tratado del papel es un trabajo refinado, que precisa de una gran dedicación y conocimiento, con cuidado del detalle. Los resultados son verdaderamente asombrosos y no se diferencian del modelo original.

 





Los personajes parecen recobrar vida por el arte mágico del papel. Ropa, joyas, zapatos, todo en papel, realzan el poder y la riqueza de esta familia de banqueros que dio tres papas a la Iglesia, amantes de las artes y la arquitectura. Uno de los trajes que se exponen es el de Leonor Álvarez de Toledo. Estaba casada en 1539 con Cosimo I de Médici, duque de Florencia. Siempre me he sentido atraída por el retrato que hizo de ella y de su hijo Giovanni el pintor Agnolo Bronzino. El traje expuesto en el museo es una copia exacta del que está pintado en el retrato, precioso y regio vestido de satén blanco bordado y con adornos trenzados en terciopelo marrón y negro. Una redecilla de oro le cubre los cabellos y se adorna con dos collares de perlas, realizado todo en papel hasta los más mínimos detalles. Este maravilloso traje está relacionado con una historia muy singular, aunque hay dudas sobre ello. En unas excavaciones tres siglos después de su muerte, en 1857, se encontró el lugar de enterramiento de Leonor que había muerto bastante jóven al enfermar de malaria. Su cuerpo fue identificado por los restos del vestido hallado en la tumba y que correspondía exactamente al que muestra en el retrato de Bronzino. Además de Leonor y su marido Cosimo hay otros miembros de la familia y personajes importantes de su entorno, que vestidos con la elegancia de la corte de entonces muestran el poder y la riqueza de los Médici.

 

El taller de Isabelle de Borchgrave está en Elsene, cerca de Bruselas. El trabajo es el de una gran diseñadora. Nos ofrece acceso a su mundo de fantasía e imaginación que ella interpreta a través del papel de una manera delicada y elegante, atrayendo a todos los que estamos interesados en la historia y en el arte.