Francis Millet

Francis Millet

domingo, 29 de marzo de 2009

¡Vacaciones!

Estaré unas semanas de vacaciones en el sur.

jueves, 26 de marzo de 2009

Grandes amores para un museo

Retrato de un hombre viejo (Rembrandt)


Tengo una pregunta para ti: si tuvieras que organizar una exposición, ¿qué tres obras de arte no deben de faltar en tu museo? No sé si te será difícil dar respuesta con este límite impuesto, pero más difícil será estar de acuerdo con esa elección si se ha hecho desde el sentido de la belleza. El problema está en si definimos la belleza en el arte como un ideal que el artista persigue y que sensibiliza nuestro sentido estético, o como la propiedad, el carácter, que nos hace amarlas por lo que son. En cualquier caso, el concepto de la belleza es algo personal que está relacionado con las sensaciones que nos provoca su contemplación, y que se acerca al pensamiento del filósofo Emanuel Kant cuando dice: la belleza es lo que gusta de un objeto, de una manera general sin que tenga que ser útil necesariamente.

Tampoco lo ha tenido fácil la Fundación holandesa Rembrandt, que desde sus inicios en1883 tiene por objetivo apoyar económicamente, mediante préstamos y donativos, los museos holandeses en la compra de importantes obras de arte. Para celebrar este ciento veinte y cinco aniversario de su existencia, ha organizado la exposición "125 Grandes amores" en el Museo Van Gogh en Amsterdam. Más de treinta museos holandeses muestran, por una sóla vez juntos, una selección de las mejores obras que han adquirido con la ayuda de la Fundación.
Su meta ha sido, desde el principio, conservar para Holanda sus obras de arte más destacadas cuando los museos apenas disponían de medios para adquirirlas. Gracias a ello, lienzos de Rembrandt y Vermeer tienen su sitio en museos holandeses. Más tarde esta finalidad se ha extendido al arte extranjero y moderno, que forman también parte de la colección. Ahora se muestran al público ciento veinticinco de las más importantes y notables de estas obras, ciento veinticinco grandes amores.

¿Qué es lo que hace brotar el amor por una determinada obra de arte, es su historia y pasado, es la estética, es el valor lo que nos atrae o es su funcionabilidad si la tiene? Yo no creo en reglas que inciten a considerar estos valores iniciales, sí en la existencia de una energía insondable en las obras, que nos acerca al artista y provoca en cada uno de nosotros una espiral de emociones de atración o rechazo. Esto ha sido sin duda alguna uno de los conceptos que se ha tenido en cuenta para la elección de estas ciento veinticinco obras expuestas en el museo, como igualmente para su distribución y acomodo en las salas por el diseñador y el director del evento. Así encontramos en el museo tanto obras de viejos maestros holandeses como de mas allá de sus fronteras: Johannes Vermeer, Fra Angélico, Jan Steen, Giambattista Moroni, Johannes Verspronck, Goya, Rembrandt, Jan van Goyen, y otros; igualmente piezas del arte moderno y contemporáneo: Frank Lloyd Wright, Alma Tadena, Matisse, Odilon Rondon, Manet, Chagall, Rietveld, incluso una pequeña escultura de Pablo Picasso (Buho, aprox. 1951-1953) de escayola, metal, cerámica y goma. Obras que dan la visión personal del artista de lo que es el arte, y con la que podemos estar o no de acuerdo. Es el caso de Picasso que hace uso de cualquier posible elemento para producir arte: ayudándose de una cajita, una tapadera de lata, algunos clavos y alcayatas, junto con otros restos y unos pegotes de escayola, consigue dar vida a ese buho joven y algo desgarbado de la exposición. Podría ser una anécdota si no fuera que muchas veces es su historial lo que hace a la pieza ser más deseada, como es un reloj de Louis Moinet (1758-1853) que tiene todo el aire de una verdadera novela: en 1806 fue regalado a Napoleón por la ciudad francesa de Lyon. Años más tarde se salvó de un gran incendio gracias a que había sido robado; a continuación estuvo viajando "como una atración de feria" durante tiempo, y finalmente se pagó con él una factura de hotel que había superado todas las previsiones.
Lienzos, dibujos, cristal, plata, cerámica, un globo terráqueo (1640), tallas de madera, una pila bautismal (1250) y otros objetos reunidos en varias salas del museo, muestran el resultado del esfuerzo y la dedicación de la Fundación Rembrandt para conservar para Holanda el patrimonio artístico y enriquecer las colecciones de los museos. El cuidado con que está presentada la exposición, la distribución en las salas, la composición del color y el juego de luces en muros y vitrinas, hablan de la especial atención y detalle con que han sido tratados cada uno de estos ciento veinticinco grandes amores de los museos.
Anteriormente publicado en: http://alenarterevista.wordpress.com/

lunes, 23 de marzo de 2009

Pensamiento

Eva Gonzales. París (1849-1883)
****
Desde la quietud sumergida
me enfrento al amanecer violeta de las horas
provocando con su luz dormidas confidencias.

¡No son muchos los que saben cuánta vida ocultan mis silencios¡

miércoles, 18 de marzo de 2009

El color, el arte plástico y la literatura



Tiempo de nacimientos, reyes, pastores, y artistas que van buscando en el portal de Belén el manto de la Virgen María.

El hecho de que incluso hoy día los niños reconozcan en las representaciones artísticas la imagen del nacimiento de Cristo, se debe en gran parte a la elementaria expresión dramática de la composición: un recién nacido en un pesebre, desnudo, la madre a un lado, el padre al otro, un asno y un buey. Este tema fue desarrollándose en el periódo entre 1300 y 1550 hasta una imagen más compleja, con escenas extravagantes de figuras vestidas sorprendentemente, estrellas brillantes y extrañas apariciones de fenómenos naturales. La fuente original, en el Evangelio de Lucas (2:6-19), sólo es un par de líneas: la llegada de José y María a Belén, el nacimiento (establo, pañales), anunciación a los pastores. En sí una parca historia que a lo largo de los siglos se ha ido agrandando con nuevos detalles, hasta que en el siglo XV alcanzó su punto más culminante. Así se entiende la relación en estas representaciones artísticas entre las artes plásticas y la literatura, en las que ambas suministraban por turno el material para la composición.

Hugo van der Goes (1440-1482) nos lo da a conocer de una manera maestral. Dos de sus trabajos más representativos de esta aportación conjunta entre la literatura y la imagen son el tríptico La adoración de los pastores -un encargo de Tomasso Portini, que actuaba en nombre de la familia Médici- y el panel Adoración de los reyes, conocido también como Altar Monforte, por haber estado durante años en un convento en Monforte de Lemos, España. El artista narra la historia de Belén con sus pinceles, y plasma toda una gama de tendencias, telas y figuras para crear una composición simbólica entre el espacio y las medidas, acentuada por el ambiente, la expresión -manos, rostros, gestos- y el uso de color.

El color es una sensación; en el arte es un medio de expresarse. Según Cézanne "un cuadro no representa nada más que colores. Lo único verdadero en la pintura son los colores". En algunas pinturas es así; el color como protagonista nos descubre el arte, nos hace ver "la luz", aunque igualmente sea la luz la que nos deje ver el color. En cualquier caso los maestros en el dominio del color son los pintores que -eso es cierto- nos transmiten sensaciones. Así, con Vasili Kandinsky entramos en el mundo de la magia, Paul Gauguin nos hace sentir una vida intensa y sensual, con Paul Klee nos hacemos adictos como muestran sus palabras: "el color me tiene en su poder, me posee".

Con el surgir del Renacimiento a finales del siglo catorce, la luz adquiere importancia y el color se hace más libre, apareciendo claroscuros y sombras que resaltan el volumen y las formas en el espacio y pliegues en los ropajes. En esto último los pintores medievales no dispusieron de mucha libertad para dedicar su creatividad al guardarropa de la Virgen María. Se tuvieron que limitar a algunos de los personajes del entorno, como reinas, matronas, y posibles donatores. La imagen de María ha sido representada desde la alta Edad Media con frecuencia con un manto azul. Este color simboliza el cielo, y se refiere al papel de la Virgen María como reina del cielo. Además de esto el pigmento azul-ultramarino era en aquel tiempo el colorante más caro que se podía conseguir, y por lo tanto el más adecuado para una "pieza de altar", para mayor gloria de la Madonna. Obras de Pieter Breugel (Adoración de los Reyes), Rogier van der Weyden (Nacimiento de Cristo), Jacob van Utrecht (Nacimiento), Jacques Daret (Nacimiento), tienen el azul en sus mantos.

Un azul que me atrajo definitivamente fue el del manto en el que se envuelve María en una tabla de un panel de cuatro piezas (Nacimiento, anónimo aprox. 1400), de las que dos se conservan en el Museo Mayer van den Bergh, en Amberes. María está tendida sobre una colcha de valioso brocado, y el azul del manto destaca con intensidad sobre el fondo dorado. Al fondo de la tabla, una engalanada matrona atiende al niño desnudo en el pesebre, mientras en la esquina izquierda de la pintura, José está ocupado en hacer vendas de una de sus medias para envolver al niño. María arropada en su manto azul le observa. Una composición píctorica en la que el azul, una de las seis sensaciones cromáticas de la visión humana, destaca lo controversial de lo representado: el acento poético que el pincel hace resaltar –elegancia- brocados, oros, color, ropa- frente a las circunstancias de necesidad en las que se encontraba en aquel momento la Sagrada Familia. El color hace de todo una poesía.


Fuente consultada, datos y fechas:
www.kunstschrift.nl/95/home/

viernes, 13 de marzo de 2009

La pasión del pintor: a la dama del guante

Charles-Auguste-Émile Duran
******
Tiembla el pincel adivinando contornos ocultos bajo la sobriedad de la época y busca en la elegancia el contraste de la luz. No hacen falta palabras: el hermetismo de la mirada aprisiona silencios de obligadas calmas, entre el amarillo celo y la desnudez de la pasión.

viernes, 6 de marzo de 2009

¡Siempre!


Eugene von Blass (1843-1931)
***
Siempre existirán sonrisas
que nos hagan olvidar los miedos agazapados.
Siempre volverá la vida
combatiendo el letargo de la palabra.
Siempre estará el espacio -esa tierra fértil-
donde peregrinan los azules amaneceres.
Siempre habrá una voz,
siempre un poeta.
Siempre. Será siempre.

martes, 3 de marzo de 2009

Luz y sombra


Laureano Barrau (1863-1957)
***
No quema el aire sino su ardiente aliento
que consume la paciente espera
con el indolente goteo sobre su piel,
destellos encendidos de vida
entre las titubeantes sombras.

domingo, 1 de marzo de 2009

Tiempo de lluvia

Gustave Caillebotte
***
Tenía que haber empezado por hablar de la lluvia diciendo que no necesito soñar con ella porque forma una parte de mi vida. Al igual que los tulipanes, los zuecos, los ríos anchos, los arenques, la falta de montañas, es la lluvia una constante en el pasar del tiempo. Fina o intensa, apacible o rebelde, acaricia la nostalgia y se hace compañera de los sueños despiertos, ahogando mis rebeldías con el arrastre del cansancio que brota en la siembra del destino. El ritmo que produce su llegada es melodía que adormece los anhelos, trayéndome la ilusión del mar imaginado cerca, y ayuda a hacer desaparecer los pájaros negros que a veces hacen nido en su ausencia. Por eso considero a la lluvia una buena amiga, a la que oigo susurrar en el silencio del paisaje; que me acompaña también cuando me va abandonando la memoria, con el repiqueteo perezoso de las últimas gotas y la algarabía alegre de unas aves retozonas que despiertan en un jardín engalanado de húmedos diamantes, allí donde la esforzada araña sigue reparando incansablemente la plata de su sedosa tela y una mariposa queda atrapada al querer secar sus volátiles alas.