Francis Millet

Francis Millet

sábado, 25 de mayo de 2013

El retrato


El objetivo del arte no es presentar la apariencia externa de las cosas, sino su significado interno, pues esto, y no la apariencia y el detalle exteriores, constituye la auténtica realidad.

Aristóteles.

 




 

 

Quizás es La Gioconda el retrato más conocido de toda la historia del arte pictórico. Algo especial debe de tener que lo hace tan atractivo para las aproximadamente 20.000 visitas al día que recibe en el museo El Louvre en París. Es una tabla de 77x53 cms. de entre los años 1503 y 1519 según las últimas investigaciones realizadas. Yo no me canso nunca de observar a esta joven dama, pintada por Leonardo da Vinci con bien dominada técnica que se conoce con el nombre de sfumato. Con apenas perceptibles pinceladas difumina los contornos del paisaje entre sombras y luces, y da un halo de misterio al rostro de  Lisa Gherardini, verdadero nombre de la modelo.

 

Leonardo da Vinci no fue el primero en trabajar este género pictórico. Más antiguos son los retratos funerarios de Grecia y Egipto. En la Edad Media el retrato era poco frecuente y estaba reservado a la clase adinerada en lo que se refiere a particulares como ricos burgueses,  gobernantes y mecenas. Con la llegada del Renacimiento el género se hizo independiente, adquirió importancia, conviertiéndose en algo más popular al extenderse entre la clase media.

En Alemania, Francia, Italia y España el retrato se puso de moda. Algunos artistas se hicieron verdaderos maestros. Los encargos llegaban tanto de la clase rica como de la misma corte. Algunos pintores ponían todo su empeño en conseguir el éxito y destacar del resto de los artistas y alcanzar así las preferencias de los clientes. Para ello idealizaban a sus personajes retratándolos de una manera brillante en todo su poder y dignidad.

Hasta el siglo XVI la técnica del retrato tenía unas normas formalistas que no habían experimentado variación, tanto en el dibujo de los personajes, la postura al posar, la expresión y sus ademanes, como en la manera de dar en las telas la textura de los materiales y otros objetos. Sin embargo, un siglo más tarde observamos nuevas tendencias, y aunque se sigue conservando las poses estáticas de los grandes señores en ricas vestimentas y los retratos a caballo, se trabajan otros estilos. Uno de ellos es el retrato en grupo, un género característico en la pintura holandesa. Posiblemente es La ronda de noche, de Rembrandt, el más conocido.
 


Frans Hals y otros contemporáneos desarrollaron una nueva manera de acercarse al personaje, tratándolo con los pinceles de una forma más íntima y directa, con más naturalidad en las poses, en definitiva con más realismo, sin perder de vista las normas vigentes del barroco. Comparamos dos dobles retratos y dos periodos del arte. El primero, Retrato de boda de Giovanni Arnolfini y su mujer Giovanna Cenami, de 1434, en el periodo de transición del gótico al renacimiento, de Jan van Eyck. El segundo, un cuadro de Frans Hals, del matrimonio Isaac Abrahamsz Massa y Beatrix van der Laen, de 1622. ¿Qué es lo que estos cuadros nos cuentan? Ambos nos muestran una escena de un matrimonio, pero la historia está de manera diferente presentada siguiendo el concepto de la época en que respectivamente están pintados. Jan van Eyck nos da a conocer el concepto que se tenía del matrimonio y la relación entre los esposos. Mientras el hombre está vestido para salir a sus negocios y se encuentra al lado de una ventana abierta, símbolo de la vida mundana y frívola, la mujer está cerca del lecho, como símbolo de su puesto como responsable del gobierno de la casa. El esposo mira directamente al espectador, quiere hacerse notar, su mujer mira sumisa al marido con la cabeza ligeramente inclinada en señal de respeto.

Frans Hals, en cambio, muestra a la pareja de una manera informal y relajada. La mujer se apoya en el marido con un brazo en su hombro, mostrando en el índice de su mano el anillo de casada. La mano del esposo, diplomático, viajero, conocedor de Rusia, señala su corazón en un gesto de amor y fidelidad. Para acentuar más este sentimiento entre los esposos hay otros detalles en el cuadro. La hiedra, a los pies de la dama, se refiere a la fidelidad, el jardín del Amor, la fuente de agua como símbolo de la fertilidad, los pavos reales como atributos de la diosa Juno, la arquitectura por el carácter perecedor. Para mí, el atractivo de este cuadro está en la sonrisa de la pareja. La risa escasea en las pinturas de la época. Se desconfiaba de ella, considerándola cosa de necios. Sin embargo, Frans Hals no duda en representarlos con una sonrisa en los labios. La vida es bella para ellos, se sienten felices y lo quieren demostrar.

En la pintura de Jan van Eyck, Giovanni Arnolfini y su mujer, una tabla al óleo, lo primero que salta a la vista es la actitud estudiada y algo distante del matrimonio. Hay diferentes teorías, pero la interpretación más nombrada es que se trata de la celebración del compromiso matrimonial. En el espejo que cuelga en el muro del fondo se reflejan dos figuras. Una de ellas es con toda seguridad el pintor, que actúa como testigo. Asimismo, el espejo es el símbolo de María y la pureza de la Virgen, y representa, además, el Ojo de Dios, que de esta manera es también testigo.

Toda la obra tiene un gran significado simbólico. La vela encendida nos hace pensar en la presencia del Espíritu Santo. El perro simboliza la fidelidad. Las naranjas encima de la mesa, cerca de la ventana, están por la pureza y la inocencia en el Jardín del Edén antes de la caída en el pecado. Las cortinas rojas alrededor de la cama nos remiten a la unión carnal de los esposos, y el verde del vestido de la mujer simboliza la esperanza, por supuesto en la maternidad. Otra de las interpretaciones dada a esta pintura es que se trata del nacimiento de una rica burguesía. Bruselas era al principio del siglo XV el centro más importante del comercio en el norte de Europa. El cuadro representa a esa clase adinerada que, como nuevos ricos, exponen con mucho entusiasmo sus propiedades.  Vemos a la señora Arnolfini vestida según la última moda de su tiempo, en un traje hecho de la mejor y más cara tela, adornada con piel de armiño. La naranja es, en este caso, un signo de riqueza pues sólo la élite podía permitirse esta fruta. En realidad el cuadro muestra no tanto lo que Arnolfini y su mujer poseen sino que quieren hacernos saber lo rico que son y lo bien que viven. Los detalles, su estilo y lo refinado de la técnica, hacen considerar esta obra como un verdadero tesoro en la historia del arte.

El género del retrato no ha tenido siempre un lugar destacado en el arte y ha sido considerado durante largo tiempo el hermano pequeño de la pintura. La burguesía en el siglo XVIII  y la existencia de salones de exposiciones, impulsa el interés por el retrato y a dejarse retratar. Francisco de Goya, uno de los maestros en el arte, pinta reyes y reinas, pinta cortesanos y personajes en trajes de ceremonia, gente de la calle con un ligero acento de burla. Era el retratista de moda, como lo fue uno de mis favoritos,Thomas Gainsborough, en Inglaterra y en Francia Jean Auguste Ingres o François Boucher. Ellos me han dado la posibilidad, a través de sus retratos, de acercarme a los personajes, a sus vidas, a sus intereses, al tiempo en que vivieron, me han mostrado la apariencia externa y el significado interno y también la historia, como lo han hecho otros muchos pintores, entre ellos Jan van Eyck y Frans Hals.

 

 
en Alenarte

 

domingo, 19 de mayo de 2013

Tempestad de los sentidos



 
"La novia del viento"
Eternamente Alma Mahler
 
 
Rompe límites fijados en una pertinaz búsqueda entre rendidos conflictos y difíciles decisiones, sinfonías y cornucopias doradas en salones de té. No se concede pausas, y quiebra el tiempo sesgando ambiciosos sueños,  para terminar precipitándose  como mariposa que fenece, atraída - sin trabas - por el fuego de la pasión. Arrogante, vierte su fuerza conjugando el arte de amar.