El arte en total
no es una creación inútil de objetos que se deshacen en el vacío, sino una
fuerza útil que sirve al desarrollo y a la sensibilización del alma humana.
Vasili Kandinsky,
De lo espiritual en el arte.
Para mi propuesta de este mes he cambiado las tierras de Rubens en Vermeer
por las de Pablo Picasso, Holanda por una Málaga que estos días de abril huele
a incienso y a primavera y está llena de imágenes y de luz, bandas de música y
cera derretida en las calles. Sin embargo, este bullicio inicial tiene también
sus lugares de oasis donde encuentras otra luz y colores diferentes e
igualmente imágenes que merecen una visita.
A unos 2500 kilómetros del Rijksmuseum de Amsterdam está la entrada al
Centro Contemporáneo de Málaga. Las amplias salas de este edificio, del
arquitecto Rafael Moneo, acogen las nuevas tendencias del arte desde la mitad
del siglo XX. Estos días y hasta el 22 del próximo junio alberga en ellas la
primera exposición en España del artista, pintor, escultor y diseñador, KAWS,
Brian Donnelly, norteamericano y precursor del movimiento Arts & Toys.
Son sólo seis grandes esculturas en madera tratada, de una altura aproximada de
dos metros y una tonelada de peso. Estas figuras, que conocemos del mundo de
los dibujos animados, como Mickey Mouse y Pinocho, tienen el toque personal del
artista en los gestos y expresiones. La escultura principal, Final Days,
se distingue de las demás con una altura de seis metros y un diámetro de más de
tres, que con un peso de diez toneladas consigue un efecto imborrable. Tan
enorme es esta escultura que ha dado problemas su instalación en el interior
del museo. El traslado hasta el edificio se realizó en un trailer de 18 metros
y en piezas, la cabeza pesa cinco toneladas, y se han añadido diez pilares en
la planta baja para que el suelo de la sala no se venciera.
Fueron necesarios dos días para montar este juguete. En realidad es
lo que ha hecho este artista, transformar esos juguetes infantiles en inmensas
obras en madera o bronce. Según palabras del artista no importa que tengan
treinta centímetros o que midan más de siete metros. Es divertido, dice
KAWS, pensar que cuando trabajo en una pieza de gran formato en bronce o en
madera se llame escultura, pero si hago la misma obra en pequeño tamaño y de
plástico entonces se llama juguete. La verdad es que cuando visitamos la
exposición nos sentimos pequeños, como niños, entre estas gigantescas figuras.
Cambio de lugar y de espacio, del arte contemporáneo en un edificio de los
años 40 al arte africano en el barroco tardío del siglo XVIII del edificio del
Palacio Episcopal. Junto a la catedral está este edificio, toda una manzana,
que dedica las cinco salas de la planta baja a albergar una colección de arte
africano de más de 150 piezas donadas a la diócesis malagueña por el matrimonio
madrileño Alonso-Arellano. Agrupadas por temas nos muestran lo artístico y lo
religioso de las diferentes culturas africanas, figuras de terracota, objetos
de culto, hierro y bronce, música y danza. La exposición se completa con obras
de artistas españoles contemporáneos como Luciano Díaz-Castilla, Magda Boluma,
Oleaga, Carlos Cuenllar, entre otros, con clara influencia africana.
El Palacio tiene dos patios. El primero de ellos, en la parte pública del
edificio, está rodeado de las cinco salas destinadas a la exposición y el
segundo tiene el frente abierto con balcones a su alrededor en dos plantas,
donde se encuentran las habitaciones privadas del prelado. En este patio
podemos ver también una altísima palmera que con toda seguridad busca salir a
la luz por encima de los tejados. Este pensamiento me hace desear salir de la
ciudad, buscar el aire y la luz, los colores y por supuesto otras imágenes.
Estas imágenes las encontré en la Sierra de las Nieves, en plena serranía
de Ronda, provincia de Málaga y llevan el nombre de Pinsapo, un abeto muy
longevo que puede vivir hasta 400 años y alcanzar una altura de 30 metros. Para
crecer necesita unas condiciones de humedad que la sierra puede ofrecerle. Con
una altitud de 1900 metros aproximadamente hace que los vientos procedentes del
mar descarguen su humedad en forma de lluvia y nieblas y lo mismo ocurre cuando
durante el invierno está cubierta de nieve. Circunstancias ideales para estos
bosques de abetos. Ahora hace calor, pero el trayecto hasta la cumbre se hace
llevadero por la sombra que protege las sendas. Las únicas que buscan el sol
son unas ágiles lagartijas a quienes les molesta nuestra presencia. Hay
numerosas familias de pajarillos que no se dejan ver pero que anuncian con
algarabía su presencia. Veo pozos, neveros, donde años atrás conservaban la
nieve caída en el invierno hasta hacerse hielo, para después, en el verano,
llevarla en bloques a los pueblos vecinos. Veo plantas de las que no conocía el
nombre, otros árboles, el Quejigo, también centenario, encinas, alcornoques, y
veo, al fondo, a un lado Ronda, pueblecitos blancos, y al otro lado el mar, tan
lejos y al mismo tiempo cerca. Para mí también todo esto es arte.
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