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Hoy día sigo creyendo en la existencia de las brujas, aunque ahora
tienen una moderna identidad. Se han adaptado a los dictados de la moda, han
cambiado los calderos por cocinas más avanzadas y también vuelan de una manera
más segura y confortable. A pesar de esto muchas veces pienso si estas nuevas
brujas son más de temer.
Las brujas existen
Entre los personajes de los cuentos infantiles, hadas, duendes traviesos,
gnomos de mal carácter y por supuesto dragones, existían también las brujas.
Vestidas de negro, con sombreros en punta y removiendo sus pócimas en enormes
calderos, tenían para mí un atractivo inexplicable. Quizás fuera el hecho de
que con una simple escoba parecía que podían volar. No me daban miedo y sí
mucha envidia. Mientras que otras niñas soñaban con ser princesas y hadas, con
vaporosos trajes y varitas mágicas, mi único deseo era encontrar una de esas
escobas y desaparecer en el aire.
Las primeras imágenes que conocí de las brujas me las mostraron los
cuentos, Hans y Gretel, Blancanieves, La bella durmiente,
algunos cuentos de los hermanos Grimm y de otras colecciones infantiles.
Cuentos que, a pesar de la maldad con que dotaban a las brujas, tienen siempre
un final feliz. En realidad, a las que consideraban verdaderas brujas no
les estaba destinada tanta felicidad. Las supersticiones y la ignoracia de los
siglos XVI y XVII, época de las grandes persecuciones, incrementado con la
actuación de la Inquisición, llevaron a la hoguera a muchas mujeres que
simplemente tenían el oficio de curanderas. Después de los cuentos fue Goya
quien me acercó de nuevo a ellas.
Una de las primeras imágenes de las brujas, un grabado, es de 1497 de Alberto
Durero, con el título de Cuatro mujeres desnudas o Cuatro brujas.
Tuvo que pasar algo de tiempo hasta que a mitad del siglo XVI, en 1565, y
durante un periodo de extremas detenciones y condenas de brujas, Pieter
Bruegel recibió el encargo de dos diseños sobre el tema de la brujería.
Coincidió también con años de malas cosechas, hambre, frío y guerras. Aceptar
tal encargo suponía un riesgo, pero lo cumplió con dos satíricos dibujos, Jacobo
y el mago y La caída del mago Hermógenes. Ambos comparten la
atracción que me hace sentir la pintura de Jerónimo El Bosco, al que me
recuerdan.
El museo Catherijneconvent en Utrecht dedica una exposición a las brujas
de Bruegel hasta el 31 de enero del próximo año. Libros, manuscritos,
dibujos, grabados, objetos y cuadros nos acercan la imagen de mujeres, hombres
en mucho menor número, que sufrieron persecución y condena desde mitad del
siglo XV aproximadamente. Esta imágen de lo que se suponía era una bruja, con
los atributos que Bruegel le añade, la escoba, el caldero, el fuego y el
gato negro, es la que conocemos en nuestros días.
Pieter Bruegel, parece ser que nace alrededor del año 1529 en
Breda. Tampoco el lugar se sabe con exactitud, los historiadores no se ponen de
acuerdo. Pasó algunos años en Italia. En 1557 regresó a Amberes hasta que se
traslada a Bruselas donde se casó en 1563. Era padre de dos hijos, también
pintores pintores, Pieter Breugel el Jóven, Jan Breugel el Viejo,
y de una hija, María. Fue un verdadero maestro en plasmar escenas de la
vida campesina a las que dotaba de humor y sutil ironía. Durante su vida y
muchos años después de su muerte su obra fue copiada muchas veces. También
sirvió de inspiración a muchos pintores holandeses y flamencos, que utilizaron
los mismos elementos y símbolos para representar a las brujas. Cornelis
Saftleven, Petrus Staverenus, Jan van der Venne. Frans Francken, David Teniers,
entre otros artistas de los siglos XV y XVI, acompañan a Pieter Breugel
en esta exposición.
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