
Francesco Hayez (Venecia 1791-Milán 1882)
Romanticismo italiano
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En la intimidad de nuestros iris
la sed del tiempo consume las raíces
con una cierta herida extraviada,
naufragios que se repiten
en un oscuro retorno de renuncias y olvidos
donde acecha el éxodo de los años
y el grito ávido de las fieras como único lenguaje.
Hay sombras en el umbral de lo abstracto,
números infinitos
que se conforman con incisiva fatiga,
días de declive y timidez
preñados de la semilla destructora del hombre,
y hay miedo al devenir,
a la cadencia líquida de las mareas,
esa rutina que acaricia nuestra piel
y nos sorprende con el carácter irascible del destino.
la sed del tiempo consume las raíces
con una cierta herida extraviada,
naufragios que se repiten
en un oscuro retorno de renuncias y olvidos
donde acecha el éxodo de los años
y el grito ávido de las fieras como único lenguaje.
Hay sombras en el umbral de lo abstracto,
números infinitos
que se conforman con incisiva fatiga,
días de declive y timidez
preñados de la semilla destructora del hombre,
y hay miedo al devenir,
a la cadencia líquida de las mareas,
esa rutina que acaricia nuestra piel
y nos sorprende con el carácter irascible del destino.
2 comentarios:
Me magnetiza la entrada, los fotos y los versos. Ya no me sorprenden porque te he leído y sé de tu calidad pero siempre me cautivan tus palabras. Son unos versos buenísimos.
Saludos.
Porque machaca los sueños. Es lenta y amarilla y adelgaza las horas con su anemia. Porque,con su paso cansino, desgasta los colores de la vida y mata el asombro de cada esquina.
Como siempre... ¡ Maldita rutina¡
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