Francis Millet

Francis Millet

martes, 30 de junio de 2009

Esperando el verano

Santiago Rusiñol Prats
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Aún espera mi jardín la caricia encendida, la luz migratoria y cómplice del verano.
Aún espera que cambie el gesto descortés y distante,
que repare la faz de un poniente sin sombras y sin nombres.
En mi jardín, lunas que evaden su obligación y nidos que no funcionan,
un parasol depresivo, una rama quebrada, nada;
tanta carencia cercena azules y contradice el aire con presagios de otoños.
Estas tardes occiosas en mi jardín se respira un acento umbrío y cierta humedad
que dota las pupilas de tibias resonancias.
Un vencejo sin conocer el ritual, rosas, claveles y dalias, y un gato, siempre un gato en mi jardín, que implacable no deja de explorar fronteras ineludibles.
Mientras,
en mi jardín,
espera que se haga verdad el relevo perpetuo de los tiempos.

7 comentarios:

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Extraordinaria remembranza, para guardarla en el frasco de esencias poéticas.

Como sabes en España, el verano sí que ha llegado solemne y abrasador.

Rusiñol se enamoró de mi ciudad, Aranjuez. Fueron muchos los lugares que disfrutaron la caricia de sus pinceles. De hecho en apenas 30 minutos estaré corriendo por aquí:



(Está exactamente igual).

Un abrazo.

Pedro J. Sabalete Gil dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Baruk dijo...

"Esperando el verano", acertado nombre para una visión exacta de la realidad, una plaza soleada y desierta, de hecho así "soportamos" el verano por aquí, escondidos en las casas sin atrevernos a salir.

Las noches de verano si son geniales, eso ya es otra cosa.

Saludetes

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Vamos a ver ahora:


Rusiñol, Jardín de Aranjuez.


Saludos y buen fin de semana.

Anónimo dijo...

Excelente texto para el espacio pintado por Rusiñol. Que disfrutes pronto del verano y su calor, Pilar.

Abrazos.

WILHEMINA QUEEN dijo...

Qué bueno es leerte Pilar, un gustaso de verdad!
miles de besos!

Tiger dijo...

Realmente inspirador. Llegue aquí buscando en la red algo que me hiciera olvidar el crudo invierno de Buenos Aires. Y así fue...