Francis Millet

Francis Millet

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Razón áurea ... et omnia vanitas




La palabra ombligo me ha producido siempre desvelos y dudas, y un cierto temor ante el resquicio abierto en mi piel. Palabra blanda de cicatriz mal cerrada que había perdido su identidad, hasta que descubrí otras definiciones y volúmenes en su entorno: fue piedra y mármol en manos de dioses, y punto de discordia para precisar los cánones de una belleza ideal. Esto me ha hecho cómplice de la vida desnuda que trazó Da Vinci, diseñador de la ideal armonía, y que convirtió al ombligo en parte de esa razón críptica que rodea al hombre. Ahora hablar del ombligo no es cosa que me lleva al éxtasis, pero ambos sabemos suficiente de nuestros contrastes geométricos, de esa proporción numérica – la razón áurea – para que sigamos intentando llegar al "número 10": él como el perfecto centro de mis líneas, curvas, planos, alturas, y volúmenes, y yo la cuadratura que encierra el más perfecto círculo. ¿Lo demás? ... lo demás es solo eso: omnia vanitas.

4 comentarios:

Syr dijo...

Razón tienes, paisana, cuando desde tu voluntario exilio, nos recuerdas que tanto nos llegamos a creer ser el ombligo del mundo, que no dejamos de mirárnoslo.

Salud y románico

JVC dijo...

Umbilicus, si, entrada de la vena umbilical acompañada de dos arterias. El flujo sanguineo, nutriente, procedente de la placenta, circula por una vena, y la sangre de retorno por dos arterias. Justo al revés que en la vida postnatal. Misterios de la fisiología, de la vida, de la existencia. Hay tantos misterios por desvelar. Hay infinitos misterios, por lo que siempre quedaran infinitos misterios por desvelar. Y la Razón áurea es casi misterio también.

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Puede que Da Vinci lo hiciera porque el ombligo encierra el misterio de nuestro origen. Esa misma sensación de cicatriz mal curada, de materia cruda la he tenido en alguna ocasión.

Un abrazo.

Narci M. Ventanas dijo...

Profundo, reflexivo y filosófico este texto tuyo. En el ombligo está la huella de nuestro origen como procedencia de otro ser, y quizá es eso lo que no debemos olvidar para evitar caer en cualquier tipo de vanidad. Si somos es porque otros fueron, en todas nuestras facetas, no sólo en la biológico, sin embargo, muchas veces nos consideramos a nosotros mismos el centro del universo, por no decir los creadores de todas las cosas, o al menos del entorno que nos rodea.

Saludos. Me gustó leerte una vez más.