Francis Millet

Francis Millet

martes, 12 de febrero de 2013

Al límite de lo imposible



 
 
 
Ningún gran artista ve las cosas como son en la realidad; si lo hiciera, dejaría de ser artista. (Oscar Wilde)

No hay duda de que el arte es una actividad del hombre. Con ella, además de mostrar habilidad y talento, transmite sentimientos, da forma a una idea o muestra su visión del mundo. De esta manera el arte es un medio de comunicación, lenguaje entre la obra y quien la observa. Cuando hablamos del arte pensamos en algo hermoso, que causa admiración e impresiona nuestro sentido estético. Es verdad que a través de los años el concepto de lo que es bello en una obra de arte ha sufrido diversos cambios. En la Grecia Clásica la belleza tenía como ideal las medidas y proporciones del cuerpo humano, la elegancia y esbeltez de las esculturas, el estilo de su arquitectura. En la Edad Media se destacaba lo espiritual y religioso. Hoy día el acento está en la variedad y en el carácter intelectual de la actividad artística. En algunos casos lo estético ha perdido el primer plano.

Sin embargo, lo que no es bello puede ser interesante, curioso y hasta divertido. En el Rijksmuseum Twenthe, en Enschede, se expone hasta el 24 de febrero la obra de nueve artistas, alumnos de la Academia de Arte AKI/ArtEZ, que emplean las nuevas tecnologías para producir arte. En lugar de la pintura, el pincel o el lápiz, estos artistas mediáticos, para dar forma a sus ideas y sentimientos, hacen uso de vídeos, cámaras fotográficas, ordenadores, televisión e internet, todo lo que va unido a un enchufe, según bromeaba en una entrevista el conservador del museo y profesor de la Academia, Pieter Baan Müller. Este arte surgió en los años sesenta con la llegada de la cámara de vídeo y la televisión. Uno de los primeros en manipular imágenes de la televisión en Holanda para crear vídeos abstractos fue Livinus van de Bundt, nacido en La Haya en 1909, pintor, grabador y dibujante. Experimentaba con fuentes de luces y sensibles materiales transmisores de luz, y se nombraba a sí mismo el artista de la luz.

El nombre de la exposición, Jugar al límite de lo imposible, ya nos dice que lo que vamos a ver no es que el artista haga uso de un medio tecnológico sino que va más allá, lo indaga, emprende la aventura y reconoce los límites del medio y los traspasa. En realidad juega con él. Esto es lo que podemos observar en el museo. El artista tiene una idea y la desarrolla, pero también se puede decir que tiene una idea, se ocupa de ella y a ver qué es lo que pasa. Un ejemplo lo tenemos en la manera de trabajar de Jan Mensen con el ordenador. Pasando imágenes digitales de un programa a otro y de éste vuelve otra vez de nuevo al principio, aparecen fallos que van cambiando la imagen original. Este es el juego de Jan Mensen, que manipula los medios hasta saber donde tiene que llegar para que la imagen se haga irreconocible. En el caso de Karin Westendorp, su trabajo es un proceso de investigación y ensayo. El vídeo que nos muestra el museo es el resultado de proyectar sobre animales, en lugar de sobre una pantalla, lo que había grabado anteriormente. El efecto es asombroso.

Los artistas son siempre los primeros que adaptan las nuevas tecnologías a sus obras. Ya en el siglo XVI lo hizo Alberto Durero utilizando la máquina de imprimir para llevar al papel sus grabados de madera y difundirlas por toda Europa. Con seguridad es uno de los primeros artistas que hizo uso de los medios modernos de entonces. Más cercano a nosotros están el Dadaísmo y el Pop Art. También aquí hay una inclinación hacia los nuevos adelantos en la tecnología, como es fotomontaje, collage y performance.

La exposición ha sido un descubrimiento. Ciertas cosas me divirtieron, otras despertaron mi curiosidad y el asombro. En esta exposición hay una cierta complicidad entre el público y el artista que presenta sus trabajos de una forma cercana, sin impuestas distancias. Es más, te invita a hacer uso de tus sentidos para conocerlas. La obra de Kees Aafjes, Amsterdam 1962, La mosca española, una maqueta en poliéster, cobre y electrónica, pide a todo el que se acerca a ella a acariciarla, y para que no pases de largo te habla en su idioma, caramba, más por favor, me gusta, delicioso. Ante tanta súplica no tienes otra opción que obedecer y ya no te parece un insecto tan frío y desagradable. Patricia Paludanus, también alumna de la Academia, nos deja manipular su trabajo, unos trazos grabados en láminas de plexiglás. Girando la manivela de los armarios donde se encuentran expuestos podemos variar la influencia de la luz que dará paso a nuevas formas en las láminas.

Hay más. Objetos en movimiento, ordenadores que siguen su propia dirección, esculturas de luz, vídeos sensibles al sonido y que reaccionan cuando te interpones entre ellos y lo que proyectan sin que haya nada para impedirlo. La exposición me ha reconciliado con este arte que hasta ahora sentía distante y sin el atractivo suficiente como para volver. Ahora veo claro su finalidad, la comunicación interactiva entre el público y la obra. Es el comienzo de nuevas posibilidades.






4 comentarios:

Narci M. Ventanas dijo...

Suena interesante. Al leer tu descripción he recordado las casas de los horrores o las casas de los espejos que visité alguna vez de niña.

No entiendo nada de arte, pero creo que si algo es bueno ha de conmoverte de alguna manera, causar algún efecto en tu ánimo, en tus sensaciones o en tus sentimientos, hablarte, aunque no sea literalmente como esa "Mosca Española". Una comedia ha de hacerte sonreír, como mínimo, si nos deja indiferentes es que no es una buena comedia, pues lo mismo pienso de cualquier otra manifestación artística, si no provoca alguna reacción, aunque sólo sea la de extrañeza, está vacía y en mi opinión no tiene mucho sentido.

Pero desde luego, esta exposición de la que hablas, parece que no dejaría indiferente ni al más aguerrido crítico.

Besos

ANTONIO CAMPILLO dijo...

¡Qué excelente artículo, Pilar! Lo único que me contraría es que sólo se encuentre expuesta hasta el día 24. Debería exponerse en España. Hace bastante tiempo, Pilar, cuando la palabra interactividad comenzó su andadura en procesos de enseñanza/aprendizaje, dos compañeras y yo realizamos un montaje con “aparatos que se enchufan”, unos setenta monitores de vídeo, en los que diferentes partes de los mismos emitían imágenes en función de preferencias y complejidad que se les requería por los espectadores, todos profesores. Sólo lo pudimos volver a realizar una vez más con medios de mayor calidad y velocidad.
Esta pormenorizada exposición que nos dejas en este magnífico artículo debe poseer, teniendo en cuenta los avances tecnológicos actuales, una gran importancia en la captación de la información que se emite. ¡Es tan diferente poder ser mediador en la propia información desde la realización del artista que tratar de comprenderla visionándola pasivamente…!
Pilar, te felicito con entusiasmo y me alegro que un día me puedas relatar tus experiencias con estas manifestaciones artísticas.

Un fuerte abrazo, querida Pilar.

La Gata Coqueta dijo...



Llevo unos días alejada de mi residencia habitual y se me hace costoso compaginarlo todo al mismo tiempo. Pero antes de finalizar el día del amor y la amistad, quisiera darte las gracias por estar siempre acompañándome con la ternura de las palabras, que me hacen sentir muy afortunada por encontrarnos paseando por las colinas de este espacio virtual.

Miles de besos
Y miles de razones
Para sentirse muy feliz
Abrazando la magia de San Valentín.

Y mil disculpas por mi parte,
Si hoy no ha sido un día significativo para ti...

Atte.
María Del Carmen




Syr dijo...

El desarrrollo de estos medios visuales, es la expresión de una marcha imparable hacia la visualización total de la realidad: la civilización de la imagen. Antes, conocer era reproducir en la mente la realidad, poseer la imagen adecuada y correcta de la realidad; ahora,la imagen es el paradigma del conocimiento, su apoteosis. El hombre virtual, no tiene que imaginar ni pensar, sino sólo asimilar las sensaciones que le rodean.Quien mejor imagen consigue es el más sabio. La cultura de la imagen, de los medios tecnológicos en el "arte", saquean la interioridad, la simbología, el estímulo. Afrodita es Loewe, los ángeles, Verino, el diablo, el turrón el Almendro. Estos usos "comerciales" de los medios tecnológicos en el arte, reducen al arte a una cultura de masas globalizadora de modas, de iconos globales, de arte planetario que sólo interpela al cerebro instintivo, anestesiándolo. Nos roba la capacidad reflexiva, la estructura crítica y moral y puede crear las condiciones objetivas para que el reino de la tecnología de la imagen, convertido o expuesto como "arte", se convierta en el reino de la manipulación.
Quizá sea excesivamente crítico, exagerado o apocalíptico, pero quiero seguir pensando que el Arte, con mayúsculas, es como el suave aroma del café en el atardecer otoñal que nos traslada una nostalgia de Absoluto que sólo es capaz de titilar unos segundos en la melancolía de nuestro corazón.
Saludos.