Francis Millet

Francis Millet

domingo, 1 de marzo de 2009

Tiempo de lluvia

Gustave Caillebotte
***
Tenía que haber empezado por hablar de la lluvia diciendo que no necesito soñar con ella porque forma una parte de mi vida. Al igual que los tulipanes, los zuecos, los ríos anchos, los arenques, la falta de montañas, es la lluvia una constante en el pasar del tiempo. Fina o intensa, apacible o rebelde, acaricia la nostalgia y se hace compañera de los sueños despiertos, ahogando mis rebeldías con el arrastre del cansancio que brota en la siembra del destino. El ritmo que produce su llegada es melodía que adormece los anhelos, trayéndome la ilusión del mar imaginado cerca, y ayuda a hacer desaparecer los pájaros negros que a veces hacen nido en su ausencia. Por eso considero a la lluvia una buena amiga, a la que oigo susurrar en el silencio del paisaje; que me acompaña también cuando me va abandonando la memoria, con el repiqueteo perezoso de las últimas gotas y la algarabía alegre de unas aves retozonas que despiertan en un jardín engalanado de húmedos diamantes, allí donde la esforzada araña sigue reparando incansablemente la plata de su sedosa tela y una mariposa queda atrapada al querer secar sus volátiles alas.

3 comentarios:

SYR Malvís dijo...

Lluvia,
El silencio se quiebra
en trino por tres veces
y la materia de la música,
ya no es sonido, sino transparencia.

El aire se disuelve en la cadena
interminable de las formas.

El movimiento iguala a la quietud,
pues, llueve

la bitacora de Melusina dijo...

Aqui esta lloviendo con fuerza. Asi lleva desde ayer. De modo que he podido leerte oyendo caer el agua. Y he podido meterme dentro de tu escrito que me ayuda a entender esta lluvia a la que no estoy acostumbrada.
Precioso Pilar. Gracias y muchos besos Melusina

Malvis esto, oyendo llover suena muy pero que muy bien

Marissa Tamayo dijo...

A mí me encanta caminar en la lluvia, bajo el abrigo de un paraguas, oler las esencias que la primavera desprende, pisar la tierra mojada y sentirme acompañada por las gotas que del cielo se desprenden.